Quizás,
algún día, cuando seas capaz de mirar a
través de
mis ojos y llegues a través de ellos a mi
corazón,
comprendas el por qué están empañados de
lágrimas.
Quizás, si alguna vez, eres capaz de llegar
a sentir un poco de lo
que siento yo, seas capaz de comprender un mínimo
de
la intensidad de mis emociones.
Y, quizás, si llegas a profundizar en la
inmensidad de mi alma
hasta el punto de que tu propia alma vuele
con las alas de la mía,
entonces, en ése momento deberás decir que,
sin lugar
a dudas, me entiendes.
¿Crees que serás tú la persona?
¿acaso quieres ser tú quién se funda con
mi alma hasta el
punto de que no seamos nunca más dos almas
solitarias que buscan desesperadamente a
aquella que la complemente?
Independientemente de todas estas cuestiones
que, a fin de
cuentas, no son más que grandes pequeñeces,
la pregunta
primordial es si realmente deseas conocerme y
si además,
quieres tener un mínimo conocimiento de la
altura que puedes alcanzar junto a mí.
¿Sigues pensando en seguir a mi lado?
¿Sabes que quiero tocar las nubes con la
mano y
que no quiero hacerlo sola?
¿Cuánto serás capaz de aguantarme?, sabes
que, a fin
de cuentas, no soy más que una de esas almas
que son
demasiado grandes para su cuerpo y que
necesitan tanta libertad
que se ahogan dentro de él. De ahí, que si
me quieres atar,
ya te lo digo ahora, no podrás nunca, o todo
o nada, o vuelas
conmigo dejando para ello a tu espíritu
libre o sino me perderás,
además, añadirás otra brecha en mi ya
destrozado corazón.
Tú decides pero, por favor, escojas lo que
escojas,
no dejes nunca de ser mi amigo.
Si decides seguir a mi lado sólo te pido
tres cosas: respétame,
no me ates y quiéreme.
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Este escrito puede parecer una historia
fascinante, romántica e imaginaria... no
es así, esta historia es tan real como
el incomparable marco histórico que la
encierra. Esta historia es una bocanada
de amor en una sociedad que fluye
demasiado deprisa, quizás porque
nosotros hemos cambiado, o, por qué no,
se debe a que un sentimiento tan puro en
un mundo contaminado no puede sobrevivir.
Despreciamos, maltratamos y arrinconamos
lo único que necesita que se mime como
un jardín, lo único en lo que hay que
dar más que recibir, Sí, la culpa es
nuestra, la culpa esta en nuestra pereza.
Pero, como iba relatando, esta historia
ocurrió una vez, no sé si se repetirá,
en un momento y en un marco. La droga se
iba extendiendo, quienes la aspiraban
serian capaces de matar a sus hermanos,
al que se sentaba en el pupitre de al
lado o al vecino; ésos eran sus efectos.
La masa se iba adormeciendo, absorbiendo
ideas descabelladas de odio eterno. Los
escasos mortales inmunes a ella corrían
despavoridos intentando alertar al público,
pero el sentido común no ponderó y
aceptaban principios estúpidos para
sobrevivir o huían hacia otros lugares
entonces desintoxicados. Entre estos últimos
se encontraba Francisco y su familia, él
contaba entonces con dieciocho años y se
oponía tajantemente a exponerse al fin.
Sus padres cogieron los pocos bienes
materiales que habían logrado juntar en
esos años de miseria y decidieron cruzar
el gran océano junto con sus cuatro
hijos, todos ellos expuestos a ser
secuestrados por aquella disparatada
cruzada. El lugar de destino se designó
al azar, cogieron un viejo mapa de los años
escolares del único que sabía escribir:
Francisco. Un rayo de esperanza brilló
en el horizonte, vivirían en Buenos
Aires, aquello era un buen augurio.
Los años venideros se sucedieron
espinosos y arduos. Poco a poco lograron
salir a flote con un pequeño negocio
familiar. En ningún momento volvieron la
cabeza al pasado. De aquella intoxicación
lejana nadie hablaba, todo era secretismo.
Al cabo de los años se decía que la
lucha había finalizado, pero lo peor
estaba por venir. Francisco empezaba a
interesarse por su familia lejana, no
quería estar más en el profundo
anonimato ni en la ignorancia sin saber
lo que ocurría en su país natal, pero,
quién le podría ayudar a salir de su
oscuridad. Lo mejor seria ojear el viejo
álbum fotográfico. Subió a lo más
alto de la casa, allí estaba una
carcomida arca con trastos viejos y entre
todos ellos un libro forrado en cuero y
empolvado. Rememorar tantas fotografías
le trajo añoranza de otros lugares y
otras gentes. Se detuvo en una fotografía,
una niñita de ojos azabache, pero no sabía
quién era. Corrió a solventar su duda y
la desilusión aumentó al conocer el
triste sino que tuvo; murió al ser bañada
por balas. El desasosiego le duró unos días,
sin embargo el gozo le embriagó al
conocer que la niña de tez morena tenía
una hermana menor que, si bien no
brillaba por su apariencia, se destacaba
por sus dotes para la enseñanza.
Francisco calculó que tendría la misma
edad que él cuando abandonó su cuna de
origen y escuetamente le escribió;
"Necesito saber, enséñeme. Le
estaré enormemente agradecido. Su primo
Francisco."
Gloria, que así se llamaba, recibió la
extraña carta en su casa de Sevilla. Al
principio no lo concebía en su cabeza.
Qué debía hacer. Repitió una y otra
vez la extraña frase "necesito
saber", hasta que el dolor de cabeza
se hizo más profundo. Qué le debía
enseñar, qué quería saber aquel
desconocido que tan lejos estaba del mal...
No, es demasiado estúpido pensar que
desea recibir noticias de un pueblo
esclavo, ¿demasiado estúpido?..
Gloria tardó más de dos meses en
contestar aquella paradójica carta y
cuando lo hizo, el miedo de rebelar
tantas verdades le asustó. Francisco
recibió una cuartilla con trazos
irregulares y absurdos, decía así;
"Vivo en una sociedad a medida de
unos pocos, consumiendo su hipocresía.
Mi mente graba todo, mi consciencia lo
que veo y me asusta enormemente que pueda
acabar como ellos: mostrando la cara del
mundo que ríe. Aquí se nota que la
palabra libre no se utiliza igual. La
gente está desilusionada, pero nadie
pasa a la acción, somos vegetales. El
hombre da pasos agigantados hacia su
destrucción, nosotros hincamos las
rodillas y nos postramos, nos hundimos en
la tierra de sangre, esclavitud y ruina
mental. Yo no quiero escuchar los gritos
de esta jungla, pero son tan claros.
Gargantas segadas por la hoja de un poder
y nadie alivia su dolor. Por suerte o por
desgracia mía, yo vivo al otro lado de
la verja, se supone que nada de esto me
debe importar, pero me siento prisionera
de mi inerte ser; navegando en un limbo
de sueños. El gobierno escupe promesas
mientras los desaparecidos mueren en
fosas, son técnicas para golpear y no
dejar señales. Mi padre, (tu tío), en
la cornisa espera un golpe de voluntad
para lanzarse al vacío; no quiere oír
un llanto más de lo que él, junto con
otros muchos, ha provocado. Disparó y
destruyó, antes decía que cada
trinchera tiene su cordero, pero esas
palabras ya no mitigan su sufrimiento.
Recibe medallas porque la gente cree que
es un héroe y en sueños ve todavía las
caras y los ojos de quienes aniquiló. Ha
sido un verdugo y mató ojos vendados por
cubrir las espaldas del odio. ¿Todavía
quieres saber más?"
¿Todavía quieres saber más? Francisco
se hizo esta pregunta miles de veces en
los dos años próximos, cada vez
necesitaba más y más; necesitaba
compartir con aquella prima tan extraña
todo el sufrimiento. A veces una terrible
sonrisa le rondaba el rostro, cada vieja
cuartilla que recibía le llenaba más de
gozo, saber del dolor ajeno sedaba el
suyo. Luego se avergonzaba de sí mismo y
rompía a llorar, era un egoísta. De
Gloria lo desconocía todo; su aspecto,
sus ilusiones... sólo vislumbraba el
pesar con el que tenía que cargar.
Gloria, en cambio, comprendía a
Francisco perfectamente; él no tenía qué
declararle en sus cartas así que le
mencionaba cómo era la vida en América,
cómo era él y la maliciosa felicidad
que tenía. Cada vez veía más en su
prima a un ser atormentado, infeliz y
misericordioso. Su mente fue imaginando
los ojos, la sonrisa, el susurro de su
voz y el sabor de sus labios. Así que
decidió que una mujer como aquella sólo
le pertenecía a él. No podía estar
seguro de que ella seria pura para
siempre y su decisión final fue casarse
con ella. Gloria, que enloquecida estaba
por la admiración que sentía hacia él,
aceptó casarse por poderes y, aunque jamás
lo podría ver, se consolaba pensando que
era dichosa por tener alguien que la
amara tanto, tal como él le solía
escribir.
Un día Francisco se levantó con una
espantosa sonrisa y una idea de placer
que conservó todo el día. Al anochecer
una sensación apocalíptica le rondó la
cabeza, su existencia era de lo más vacía
y superficial, lo único que lo mantenía
en contacto con el mundo real era Gloria.
Qué horroroso era, su optimismo y
contento se basaba en las desgracias de
la persona que más quería. Estaba
casado con una mujer que ni siquiera
conocía, que deliraba por el mundo en el
que se hallaba. Se vio así mismo como un
perturbado mental, loco y paranoico. Su
comportamiento ególatra tenía que
cambiar, debía reparar el daño que le
causaba a Gloria. Pero actuó más egoístamente,
le mandó un billete de barco a su esposa
con una pequeña nota que decía; "Ven,
te necesito." Francisco lo único
que necesitaba era sentirse piadoso,
reconciliarse con su consciencia y optó
por esa salida. Gloria viviría en un país
en paz, con libertad y prosperidad y él,
pobre infeliz, ayudaría de este modo a
quien tanto le había dado.
Gloria se embarcó en un viaje suicida,
no llegó a su destino, pereció entre
las olas. Francisco jamás llegó a ver
su cuerpo, ni alivió su dolor. Dicen que
un viejo con acento argentino se presentó
al cabo de los años a una de las
familias sevillanas más importantes y al
ver el retrato de una niñita de ojos
azabache rompió en lágrimas.
|
¿Qué
has sido para mí,
mundo irreal y soñado?
Intento verlo más claro:
fuiste otro de mis libros
donde estuve navegando.
Me metí, como siempre lo hago...
de lleno, de cabeza, en picado,
arrastrando sentimientos,
viviendo pasiones, deseos.
Como siempre lo hago...
Fuiste uno de mis libros,
pero uno bien distinto:
en éste me caí dentro,
y por poco ... ya ni existo.
Viví sus historias como reales,
hablé con sus protagonistas,
conocí sus voces, sus risas,
también sus maldades,
sus mentiras.
Vi sus caras, sus nombres
leí sus letras, sus palabras,
unas verdaderas, otras falsas,
toqué sus cartas.
Sentí sus historias y ...
lloré lágrimas reales,
amé con pasiones reales,
sufrí con dolores reales.
Y llegó a ser
de una forma tan real,
que mi vida verdadera
quedó en la oscuridad.
El "libro" jamás se
cerraba,
me obligaba a seguir leyendo,
entonces yo mezclaba
lo irreal con lo verdadero.
La gente de allí dentro
era un mundo ficticio
que sacada de ese "libro"
nunca en mi vida
tendrían un sitio. |
Ya no
quiero sufrir,
ni quiero amar ...
ni quiero sentir ...
por lo menos de esa forma
que ni siquiera es real.
El amor, la amistad,
por mucho que queramos
nada aquí es verdad ...
Pero sí lo son
el engaño, la maldad
el llanto, la crueldad.
Eso se siente muy dentro
porque para vivirlo
sí que da igual
que el mundo sea ficticio.
Crees sentir amor,
crees sentir amistad,
pero nada es verdad ...
Te lo estás imaginando
por pura necesidad.
Intentas sacar de ese mundo
tan falso, tan irreal,
lo que en tu vida te falta,
siempre es amor o amistad.
Quiero acabar con esto,
quiero sentirme bien,
volver a ser de nuevo
la persona que era ayer.
Por eso cierro este "libro",
por eso lo quemaré,
y respiraré tranquila
al ver sus historias ... arder.
|
|
JUAN
ANTONIO URDA ANGUITA |
Ya han
dado las doce allí en la torre
y mis pasos son ecos de las calles.
Mi maldición es alzarme en cada noche
acechando las almas de los vivos,
disponiendo las tinieblas a mi antojo,
a esperar el paso triste de los siglos.
Puedo batir mis alas de dominio
o caminar el caudal de los reflejos
hasta el horizonte borroso de tu día;
pero volveré siempre hastiado y seco.
Mujer de cuello blanco y alma espesa,
yo soy la más oscura de tus causas,
el profundo pensamiento de tu caos;
atada está tu sangre a mi presencia.
Qué distinto es mi nombre cada día
y qué diferente mi mirada cada noche,
¡Pensar que he de reconocerme en esos rostros!
|
Cómplice del secreto, mi cama vacía,
que sabe de aquel hombre que me enseñó a fingir;
la cama solitaria de las sábanas frías
repasa la cuantía del amor que no di.
.
Y testigo del odio que cobija la alcoba
-ya que el tálamo inunda la estancia de rencor-
el espejo de plata nos refleja las sombras
-aunque yo ya no ame- en el acto de amor.
.
Y es la dicha del hombre que no ve en el espejo
las mentiras que calla un corazón,
o quizá que sus ojos ante el triste reflejo,
.
incrédulos del arte de mi sutil traición,
se encierran en los párpados sumidos en el sueño
del vaivén de mi cuerpo quebrado en la pasión.
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