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LORD BYRON
BIOGRAFIA

(1788-1824)

George Gordon, sexto barón Byron conocido como uno de los más grandes poetas románticos nació en Londres, Inglaterra.

Escribió y publicó sus primeros poemas en 1806 bajo el nombre de Fugitive Pieces y un año después Hours of Idleness. En 1809 viajó a Grecia donde comenzó a escribir Childe Harolde's Pilgrimage. Este viaje le dejará una honda impresión. La libertad y la franqueza griega no pasaron inadvertidas para el joven Byron, cansado de la rigidez y la hipocresía inglesa.

De regreso a Inglaterra, los remordimientos por su vida disipada impulsan a Byron a escribir una serie de tristes cuentos y versos orientales: Giaour (1913), The bride of Abydos (1913) y The Corsair (1814), el cual vendió diez mil copias el mismo día de su publicación.

Molesto por la indignación que su conducta inmoral provoca, Lord Byron deja Inglaterra para siempre. En Ginebra traba amistad con el poeta Percy Bysshe Shelley y su esposa Mary Shelley. Escribe el tercer canto de Childe Harold (1816), la historia casi autobiográfica del peregrino. Un año después, viajando por Venecia y disfrutando del relajo moral italiano, aparece el cuarto canto de Childe Harold  y el drama poético Manfred. La venta de su mansión de Newstead Abbey salda sus deudas y deja a Byron libre para continuar con sus viajes y sus aventuras.

En 1818 escribe Beppo un poema satírico que compara las costumbres inglesas con la inmoralidad italiana. En su estructura heroica y satírica, el poeta encuentra la forma que finalmente tendrá su gran poema Don Juan. Los primeros dos cantos de Don Juan son publicados en 1819, en ellos Byron transforma al libertino Don Juan en un poco sofisticado e inocente joven que sucumbe a los encantos de las bellas mujeres que lo acosan. La obra es una ingeniosa y satírica visión de la hipocresía y la ambición. Pero Byron murió antes de terminar Don Juan. Los Shelley encontraron a su amigo viejo y enfermo, hundido en la más baja promiscuidad. Pero en Ravenna, Byron conoce a la condesa Teresa Gamba Guiccioli quien lo introduce en la sociedad secreta italiana de los Carbonarios y en su objetivo de liberar Italia del yugo austríaco. En esta ciudad Byron escribe The prophecy of Dante,  los cantos III, IV y V de Don Juan y el drama Marino Faliero, Sardanapalus, The two Foscari y Cain. Todos fueron publicados en 1821. Junto con la condesa viaja a Pissa donde se encuentra con Percy Shelley para editar un periódico radical llamado The Liberal.  Pero para 1823, Byron encontró nuevas aventuras al transformarse en el agente del comité londinense que ayudaba en la lucha de los griegos por liberarse del dominio turco. Ayudó a unir a las diferentes facciones griegas y tomó a cargo tropas pero en 1824 Byron, débil y enfermo, muere en Missolonghi.



POEMAS DE AMOR

    " Hace ya mucho tiempo que contemplé esa mirada que me traía
 felicidad o tristeza; y yo me he esforzado, pero en vano, no debo
 pensarlo nunca más. (...) Y cruzaré la blanca espuma y buscaré
 un hogar extranjero; hasta que olvide un falso y hermoso rostro,
 nunca encontraré un lugar donde descansar; no puedo eludir mis
 propios pensamientos, pero siempre amo, y amo sólo a una. "



ESTANCIAS A UN AIRE INDOSTÁNICO

" ¡Oh!, tú, ¡mi triste y solitaria almohada! tráeme dulces sueños para
 preservar mi corazón del quebranto, a cambio de las lágrimas que
 derramé sobre ti despierto; no me dejes morir hasta que vuelva sobre las olas. "



NO VOLVEREMOS A VAGAR...

Así es, no volveremos a vagar
Tan tarde en la noche,
Aunque el corazón siga amando
Y la luna conserve el mismo brillo.
Pues la espada gasta su vaina,
Y el alma desgasta el pecho,
Y el corazón debe detenerse a respirar,
Y aún el amor debe descansar.
Aunque la noche fue hecha para amar,
Y demasiado pronto vuelven los días,
Aún así no volveremos a vagar
A la luz de la luna.

OSCURIDAD

Tuve un sueño, que no era del todo un sueño.
El brillante sol se apagaba, y los astros
Vagaban apagándose por el espacio eterno,
Sin rayos, sin rutas, y la helada tierra
Oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna;
La mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo consigo el día,
Y los hombres olvidaron sus pasiones ante el terror
De esta desolación; y todos los corazones
Se congelaron en una plegaria egoísta por luz;
Y vivieron junto a hogueras - y los tronos,
Los palacios de los reyes coronados - las chozas,
Las viviendas de todas las cosas que habitaban,
Fueron quemadas en los fogones; las ciudades se consumieron,
Y los hombres se reunieron en torno a sus ardientes casas
Para verse de nuevo las caras unos a otros;
Felices eran aquellos que vivían dentro del ojo
De los volcanes, y su antorcha montañosa:
Una temerosa esperanza era todo lo que el mundo contenía;
Se encendió fuego a los bosques - pero otra tras hora
Fueron cayendo y apagándose - y los crujientes troncos
Se extinguieron con un estrépito - y todo estuvo negro.
Las frentes de los hombres, a la luz sin esperanza
Tenían un aspecto no terreno, cuando de pronto
Los haces caían sobre ellos; algunos se tendían
Y escondían sus ojos y lloraban; otros descansaban
Sus barbillas en sus manos apretadas, y sonreían;
Y otros iban rápido de aquí para allá, y alimentaban
Sus pilas funerarias con combustible, y miraban hacia arriba
Con loca inquietud al sordo cielo,
El sudario de un mundo pasado; y entonces otra vez
Con maldiciones se arrojaban sobre el polvo,
Y rechinaban sus dientes y aullaban; las aves silvestres chillaban,
Y, aterrorizadas, revoloteaban sobre el suelo,
Y agitaban sus inútiles alas; los brutos más salvajes
Venían dóciles y trémulos; y las víboras se arrastraron
Y se enroscaron entre la multitud,
Sisando, pero sin picar - y fueron muertas para ser alimento:
Y la Guerra, que por un momento se había ido,
Se sació otra vez; - una comida se compraba
Con sangre, y cada uno se hartó resentido y solo
Atiborrándose en la penumbra: no quedaba amor;
Toda la tierra era un solo pensamiento - y ese era la muerte,
Inmediata y sin gloria; y el dolor agudo
Del hambre se instaló en todas las entrañas - hombres
Morían, y sus huesos no tenían tumba, y tampoco su carne;
El magro por el magro fue devorado,
Y aún los perros asaltaron a sus amos, todos salvo uno,
Y aquel fue fiel a un cadáver, y mantuvo
A raya a las aves y las bestias y los débiles hombres,
Hasta que el hambre se apoderó de ellos, o los muertos que caían
Tentaron sus delgadas quijadas; él no se buscó comida,
Sino que con un gemido piadoso y perpetuo
Y un corto grito desolado, lamiendo la mano
Que no respondió con una caricia - murió.
De a poco la multitud fue muriendo de hambre; pero dos
De una ciudad enorme sobrevivieron,
Y eran enemigos; se encontraron junto
A las agonizantes brasas de un altar
Donde se había apilado una masa de cosas santas
Para un fin impío; hurgaron,
Y temblando revolvieron con sus manos delgadas y esqueléticas
En las débiles cenizas, y sus débiles alientos
Soplaron por un poco de vida, e hicieron una llama
Que era una burla; entonces levantaron
Sus ojos al verla palidecer, y observaron
El aspecto del otro - miraron, y gritaron, y murieron -
De su propio espanto mutuo murieron,
Sin saber quién era aquel sobre cuya frente
La hambruna había escrito Enemigo. El mundo estaba vacío,
Lo populoso y lo poderoso - era una masa,
Sin estaciones, sin hierba, sin árboles, sin hombres, sin vida -
Una masa de muerte - un caos de dura arcilla.
Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos,
Y nada se movía en sus silenciosos abismos;
Los barcos sin marinos yacían pudriéndose en el mar,
Y sus mástiles bajaban poco a poco; cuando caían
Dormían en el abismo sin un vaivén -
Las olas estaban muertas; las mareas estaban en sus tumbas,
Antes ya había expirado su señora la luna;
Los vientos se marchitaron en el aire estancado,
Y las nubes perecieron; la Oscuridad no necesitaba
De su ayuda - Ella era el universo.



CAMINA BELLA

Camina bella, como la noche
De climas despejados y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Se reúne en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.
Una sombra de más, un rayo de menos,
Habría mermado la gracia sin nombre
Que se agita en cada trenza de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro;
Donde pensamientos serenamente dulces expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.
Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los tintes que brillan,
Y hablan de días vividos en bondad,
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón cuyo amor es inocente!

SONETO A CHILLON

¡Espíritu eterno de la mente sin cadenas!
¡Libertad! Más brillante eres en las mazmorras,
Pues allí tu morada es el corazón -
El corazón al que sólo el amor por tí puede atar.
Y cuando tus hijos son enviados a los grilletes -
A los grilletes, y al húmedo sótano de penumbra sin día,
Su país vence con su martirio,
Y el nombre de la Libertad halla alas en todo viento.
¡Chillon! Tu prisión es un sitio sagrado,
Y tu triste suelo un altar, pues fue hollado,
Hasta que sus pasos dejaron una huella
Gastada, como su tu pavimento fuese un prado,
¡ Por Bonnivard! - ¡Que no se borre ninguna de esas marcas!
Pues ellas claman a Dios contra la tiranía.

ESTROFAS PARA MÚSICA

No digo - No esbozo - No respiro vuestro nombre,
Hay pesar en el sonido - habría culpa en la fama;
Pero la lágrima que ahora arde en mi mejilla puede dar cuenta
Del profundo pensamiento que habita en ese silencio del corazón.
Demasiado cortas para nuestra pasión, demasiado largas para nuestra paz,
Fueron aquellas horas, ¿puede cesar su alegría o su amargura?
Nos arrepentimos - abjuramos - deseamos romper nuestra cadena;
Debemos separarnos - debemos volar a - unirla otra vez.
¡Oh! Vuestra sea la alegría y mía sea la culpa,
Perdonadme adorada - abandonadme si lo deseáis;
Pero el corazón que porto expirará sin haber sido rebajado,
Y los hombres no lo quebraran - sea lo que sea que podáis vos.
Y firme ante el altivo, pero humilde ante vos,
Habrá de ser mi alma en su más amarga oscuridad;
Y nuestros días han de ser más rápidos - y nuestros momentos más dulces,
Con vos a mi lado - que con el mundo a nuestros pies.
Una visión de vuestro dolor - una imagen de vuestro amor,
Habrá de cambiarme o confirmarme, de castigar o reprobar;
Y los sin corazón podrán maravillarse de tanto a lo que renunciamos,
Vuestro labio no habrá de responder a ellos - sino al mío.

CUANDO NOS SEPARAMOS...

Cuando nos separamos
En silencio y con lágrimas,
Con el corazón medio roto,
Para apartarnos por años,
Tu mejilla se volvió pálida y fría,
Y más frío tu beso;
En verdad aquella hora predijo
El dolor de esta.
El rocío de la mañana
Se hundió gélido en mi frente -
Se sintió como el anuncio
De lo que siento hoy.
Todos tus votos están rotos,
Y ligera es tu fama;
Escucho decir tu nombre,
Y comparto su vergüenza.
Te nombran frente a mí,
Un toque lúgubre en mi oído;
Un estremecimiento viene a mí -
¿Por qué te quise tanto?
No saben que te conocí,
Aquellos que te conocen demasiado bien: -
Por mucho, mucho tiempo he de arrepentirme de tí,
Demasiado hondo como para expresar.
En secreto nos encontramos -
En silencio me lamento,
De que tu corazón pudiese olvidar,
Tu espíritu engañar.
Si llegara a encontrarte
Tras largos años,
¡Cómo habría de saludarte! -
Con silencio y lágrimas.