(De "De claro en
claro", 1956)
Cuando llueve, y reviso mis
papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y
salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?
Cuando salgo a la calle
silbando alegremente
--el pitillo en los labios, el alma disponible--
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican de alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que siente?
Cuando llega un amigo, la
casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro --sé que todo es fiado--,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así a la muerte,
¿no es felicidad lo que trasciende?
Cuando me he despertado,
permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme, pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es felicidad lo que amanece?
Cuando voy al mercado, miro
los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?
Cuando puedo decir: el día
ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?
Cuando tras dar mil vueltas
a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
"Estaba justamente pensando en ir a verte."
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?
Abrir nuestras ventanas;
sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?
LOS ESPEJOS TRANSPARENTES
(De "Los espejos
transparentes", 1967)
-
Uno dice lo que dice,
mas no dice lo que piensa.
Los espejos no reflejan: transparentan.
Todo mira fascinante de frente, pero no existe.
Todo vuelve por detrás y es lo real, invisible.
En lo que veo, no veo; en lo que no veo, creo;
en toda imagen apunta una múltiple presencia,
palpitante intermitencia del corazón: confusión;
y así me siento indeciso como un pobre hombre perdido,
como tú que ¿quién eres?, como yo que ¿quién soy?
Los espejos que me
escupen hacia fuera, y hacia dentro
me proponen transparencias de distancias y silencios,
deben ser, quiero que sean, para mis obras ejemplo,
con mucha luz hacia fuera, con más secreto hacia dentro.
Juego al juego, sí, con trampa, como hay doblez en los versos.
Así se cuentan las
cosas que nos pasan cada día,
y bien contadas parecen fascinantes y sin alma.
Si se piensa, nada es lo que se ve en el espejo.
La luz grande es un abismo y un estúpido misterio.
NIÑEZ SONÁMBULA
(De "Los espejos
transparentes", 1967)
-
Era una casa grande,
vacía, llena de ecos,
con veinte ventanales abiertos hacia el mar.
Y el mar sonaba triste contra el acantilado
como el destino sueña y acaba por matar.
Era una casa rara porque nada pasaba
y siempre parecía que algo iba a pasar.
Era una casa loca como aquella en que, niño,
según ahora me explican, nunca llegué a vivir,
pero que yo recorro, sabiendo los secretos
de sus cien corredores y sus puertas ocultas,
sus vueltas y revueltas, sus cámaras cargadas
de perfumes pesados y de un pasado horror
que todas las ventanas abiertas hacia un mar
de luz y de aventura, y disponibilidad,
no barren con su brisa, ni liberan del ¡ay!
Era una casa antigua. Y triste sin razón.
Allí viví de niño, y allí vivo de veras
por mucho que me nieguen. Y así, ciego, atravieso
los pasillos sin fin y las salas vacías,
y esas puertas que empujo para abrir otras salas,
todas ricas, lujosas, con sus tapicerías,
relojes, porcelanas, cortinas y recuerdos.
Todas eran iguales, repetidas, abiertas,
la rosa y la morada, la del león de oro,
la del abuelo Juan... ¿En qué se distinguían?
Yo abría puertas, puertas, buscando una salida,
lloraba algunas veces sin saber bien por qué,
y huía como un ciervo frente a aquella doncella
que me decía amable: "¿Qué quiere el señorito?"
Huir, huir, mi vida sólo ha sido una huida
sin saber hacia dónde y sin saber por qué.
Huir de aquella casa donde viví de niño,
aunque según me dicen nunca viví de veras.
No es un sueño. No. Veo oculto y real
a ese niño que mira con ojos espantados
detrás de una ventana, la mar, el mar, la mar.
PRIMERAS MATERIAS IBERAS
(De "Iberia
sumergida", 1978)
El esparto, la sal, el
granito,
lo estrictamente seco, lo ardientemente blanco,
la furia indivisible en la luz absoluta
de un sol por todo lo alto y un espacio vacío.
Las piedras abrasivas y
la cal deslumbrada.
El cuarzo y su explosión de estrellas diminutas
metidas en los dentros de lo que no se explica.
Y el explendor del mundo carente de sentido.
Aquí, en los dentros,
roca, luz, furia, sequedades,
detalles violentos y a veces luminosos;
y el tejido del aire, los temblores del lino
entre los leves dedos de una brisa insinuante.
Lo digo, y al decirlo,
recuerdo cuentas, cuentos
que Plinio registró con nombres sustanciales:
la bellota, la arcilla, la encina y el arrabio,
el vino y el calcanto, la pizarra y la cera,
el escombro, el
electro, la plata viva ardiente,
el deslizado aceite, el plomo negro o blanco,
el cárbaso, los higos, la cebolla albarrana,
la sal en bloque, el agua mineral y el conejo.
La luz de los metales:
sus encuentros sagrados
y en la noche, enterradas, sus mil aguas quemantes,
y ese furor del oro, rojo león llameante,
y ese azul de aire ardiente, duro esplendor parado.
¡Furias! ¡Dominaciones!
¡Dioses devoradores!
¡Velocidades ciegas! Y de pronto, ante el sol,
un grito alucinado que gira sobre sí,
que puede, que podría ser no se sabe qué.
LA IRRACIONAL ALEGRÍA
(De "Poemas órficos",
1978)
En la mañana clara, la
risa de los dioses
retumba como un trueno.
El toro subterráneo levanta la cabeza
y los árboles tiemblan millonarios de hojas.
Tempestad transparente.
¡Azul! Y de repente
una leve sonrisa femenina, perdida,
condena al silencio los grandes poderes,
y parece que algo dice.
Pero no dice nada.
LA VIDA, AHÍ FUERA
(De "Poemas órficos",
1978)
Esa vida que no es mía
y me rodea,
el misterio de la muerte, lo que llamamos la muerte
y el misterio de la vida siempre abierta,
lo que llamamos la vida
en el árbol, en las nubes y en el agua,
y en el viento y en el mundo que es quien es sin ser humano,
y en la inmensa transparencia que no se dice, se muestra
en eso que busqué tanto y ahora encuentro regresando:
La infancia, quizá, la infancia, nuestro final seguro,
nuestro cuento, nuestro canto, nuestra mágica conciencia:
El total de lo sin fin y de la vida abierta.
DEDICATORIA FINAL (Función
de Amparitxu)
(De "Función de uno,
equis, ene", 1973)
Pero tú existes ahí.
A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que -¡basta!- te beso!
¡Y al diablo los versos,
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor,
y aunque sea un disparate todo existe porque existes,
y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio,
ni lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo,
y otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.
A AMPARITXU
ASÍ EN LA TIERRA COMO EN LA MAGIA
(Los espejos transparentes - 1968)
Me dirán, ya lo sé, que soy un
decadente
cuando lean los versos más de viejo que de loco
que expongo en esta luz como en el fijo espanto.
¡Mas tanto he caminado! Tengo derecho a un alto.
Yo tengo mis poemas, mi Amparo y mi misterio.
Poco entiendo si trato de ver algo allí fuera;
pero todo lo entiendo, real en el secreto
y en el calor chiquito y en el dolor de un tiempo.
Amparo, desembocan los ríos de mis versos
en tus ojos parados, terriblemente abiertos,
y en el misterio cierto del amor y el suspendo.
¡Amor, tan sólo amor! ¿Qué importa ahora la rima?
Te quiero. Me recrezco. Tú enriqueces mi vida.
Amar es no soñar según lo que se espera
y ver cómo es milagro la luz de cada día:
Milagro y amenaza, descubrimiento loco.
Doblez que algo promete, terror que compromete,
lucha que desafía y apuesta con la muerte.
Donde menos se espera, surge y da, golpe, el alto
la sorpresa que deja mi corazón parado.
Donde más, sólo queda pensar en el pasado.
Donde menos y más, mi Amparitxu tú estás
bellamente callada, sonriendo en Esfinge,
como si tú tuvieras en la mano ese As
de un palo que no existe. Ya sé; me ganarás.
BUENOS DÍAS
(Paz y concierto - 1952-1953)
Son las diez de la mañana.
He desayunado con jugo de naranja,
me he vestido de blanco
y me he ido a pasear y a no hacer nada,
hablando por hablar,
pensando sin pensar, feliz, salvado.
¡Qué revuelo de alegría!
¡Hola, tamarindo!,
¿qué te traes hoy con la brisa?
¡Hola, jilguerillo!
Buenos días, buenos días.
Anuncia con tu canto qué sencilla es la dicha.
Respiro despacito, muy despacio,
pensando con delicia lo que hago,
sintiéndome vivaz en cada fibra,
en la célula explosiva,
en el extremo del más leve cabello.
¡Buenos días, buenos días!
Lo inmediato se exalta. Yo no soy yo y existo,
y el mundo externo existe,
y es hermoso, y es sencillo,
¡Eh, tú, gusanito! También hablo contigo.
¡Buenos días, buenos días!
También tú eres real. Por real, te glorío.
Saludo la blancura
que ha inventado el gladiolo sin saber lo que hacía,
Saludo la desnuda
vibración de los álamos delgados.
Saludo al gran azul como una explosión quieta.
Saludo, muerto el yo, la vida nueva.
Estoy entre los árboles mirando
la mañana, la dicha, la increíble evidencia.
¿Dónde está su secreto?
¡Totalidad hermosa!
Por los otros, en otros, para todos, vacío,
sonrío suspensivo.
Me avergüenza pensar cuánto he mimado
mis penas personales, mi vida de fantasma,
mi terco corazón sobresaltado,
cuando miro esta gloria breve y pura, presente.
Hoy quiero ser un canto,
un canto levantado más allá de mí mismo.
¡Cómo tiemblan las hojas de pequeñitas y nuevas,
las hojitas verdes, las hojitas locas!
De una en una se cuentan
un secreto que luego será amplitud de fronda.
Nadie es nadie: Un murmullo
corre de boca en boca.
Cuando canta un poeta como cantan las hojas,
no es un hombre quien habla.
Cuando canta un poeta no se expresa a sí mismo.
Más que humano es su gozo,
y en él se manifiesta cuando calla.
Comprended lo que digo si digo buenos días.
INSTANCIA
Etceterísimo
Señor:
Yo, Gabriel Celaya, aspirante a poeta,
que
pase lo que pase siempre estoy donde estoy,
visto
su tal y cual del tantos y adelante,
le
digo a usted que no.
Confieso
que he clamado mi verdad hasta en verso,
mas
también Don Quijote dijo: «Yo soy quien soy»,
y
al ser era un «nosotros», y al decir, se cumplía,
y
al hacernos, se hacía, como en él me hago yo.
Soy
sin remedio español.
Soy
humilde, soy digno, las dos cosas a la vez.
Soy
como el pueblo, invencible.
Suplico
en consecuencia, Señor, que no me acuse
si
aún hace tanto ruido mi viejo corazón.
Esa
explosión que le asusta, sólo es un grito de amor.
Dios
le coja confesado. Yo ya di el «sanseacabó»;
mas,
por si acaso, aún disparo mi sagrada indignación.
Fecho
y firmo en tierra vasca con la sangre de Unamuno,
con
lo uno que es lo humano de un unánime clamor,
y
suplico a Vuestra Eso: ¡déjeme ser español!
A
veces me figuro que estoy enamorado...
A
veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.
Me ha enamorado Adela, me ha enamorado Marta,
y, alternativamente, Susanita y Carmen,
y, alternativamente, soy feliz y lloro.
No soy muy inteligente, como se comprende,
pero me complace saberme uno de tantos
y en ser vulgarcillo hallo cierto descanso.
Despedida
Quizás,
cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello,
brillará sin conciencia.
Quizás tú no recuerdes quién fui,
mas en ti suenen los anónimos
versos que un día puse en ciernes.
Quizás no quede nada de mí,
ni una palabra,
ni una de estas palabras
que hoy sueño en el mañana.
Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra,
¡oh hermosamente vivos!
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo,
parte del gran concierto.
Una
pareja perdida
Iban
los dos vestidos con descaro
-minifalda, melenas-
cogidos de la mano,
tan jóvenes que casi daban miedo,
tan absortos en un cero que,
aunque no se veían,
les unía absolutos algo fieramente puro.
Iban a cualquier parte cogidos de la mano.
Se amaban sin tristeza,
ni alegría, ni nada.
Y a veces se miraban,
pero no se veían.
Y luego se sentaban en un banco cualquiera.
Pero no se veían.
Ella era muy bonita;
parecía aturdida;
él, feroz y esmirriado.
No hablaban.
No tenían ya nada que decirse.
Ya no se deseaban.
Pero seguían juntos,
cogidos de la mano,
frente a algo que espantaba.
Mientras el transistor seguía sonando.
La
vida es tan sencilla
La vida es tan sencilla que
se explica por sí misma,
se basta a sí misma.
¡Mira! Todo está hecho.
Todo está ya dado.
Nos basta aceptar o quizá -somos humanos-
alabar y cantar a lo
que nos maquina sin dejarse pensar.
Todo está aquí.
¿No lo ves? No hay razón ni más allá.
¡Somos felices!
Vivimos los instantes explosivos de alegría o de dolor,
de rabia o de amor,
y si no es que estamos distraídos, aburridos.
No hay nada que esperar.
No hay nada que temer.
También la muerte llegará cuando
nos sea fielmente necesaria y
la recibiremos con verdadera ansia.
Desde que nacimos nos estamos
preparando para que nos consuma.
Biografía
No cojas la cuchara con la
mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika?
¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco.
Sé educado.
Sé correcto.
No bebas.
No fumes.
No tosas.
No respires.
¡Ay, sí, no respirar!
Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.
TODAS LAS MAÑANAS, CUANDO
LEO EL PERIÓDICO
Me asomo a mi agujero pequeñito.
Fuera suena el mundo, sus números, su prisa,
sus furias que dan a una su zumba y su lamento.
Y escucho. No lo entiendo.
Los hombres amarillos, los negros o los blancos,
la Bolsa, las escuadras, los partidos, la guerra:
largas filas de hombres cayendo de uno en uno.
Los cuento. No lo entiendo.
Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes,
y una belleza ofrece su sexo a la violencia.
sus tanques, su avaricia, sus cálculos, sus vientres
Lo veo. No lo creo.
Yo tengo mi agujero oscuro y calentito,
Si miro hacia lo alto, veo un poco de cielo.
Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme.
El resto no lo entiendo.
GERNIKAK0
ARBOLA
(EL
ÁRBOL DE GUERNICA)
Era
en la primavera del año treinta y siete
cuando
llegué a Guernica.
Allí
se fabricaban boquillas de careta
anti-gas.
Yo debía
-
servicio de inspección- ver qué diablos pasaba
o
qué no funcionaba.
Allí,
en Guernica, estaban las fuerzas guipuzcoanas
nuevas,
y yo debía
-
servicio de instrucción- enseñarles la humana
protección
que es posible cuando con gas atacan.
Todo
me parecía remoto. Aunque cumplía
lo
debido, imposible
era
pensar que nadie lanzase tal ataque.
El
frente estaba lejos. Brillaba el cielo indemne.
Y
todo hay que decirlo:
hacía
mucho tiempo que no comía cordero,
ni
comía pan blanco, como allí, en retaguardia.
¡Parecía
tan fácil la paz! No se entendían
la
ira y la mentira.
A
veces visitaba nuestro árbol de Guernica,
y
miraba el azul,
un
azul que duró todos aquellos días,
un
ancho azul tranquilo que nada parecía
podría
perturbar, marzo querido.
¡Ay,
quién diría
que
a poco de marcharme zumbaría en el cielo,
en
ese mismo cielo que parecía indemne,
limpio
de mancha y leve,
el
horror de una muerte mecánica y salvaje!
¡Ay,
quién diría!
¡Ay,
dilo tú si puedes, Gernikako Arbola,
dilo
con tu raíz, tus ramas y tus niños,
dilo
si eso es posible,
di
con la libertad de los vascos antiguos,
con
el temblor de fronda que cubre el país entero
y
dice lo que somos, diciendo lo que fuimos!
¡Ay,
si es posible, dilo!
SE
HABLA DE DIOS
No
hablamos de problemas
Hablamos
de dinero.
No
hablamos de dinero.
Hablamos
de salarios.
No
hablamos de salarios.
Hablamos
por lo bajo
de
lo que llaman alto.
¡Dios!
Por
ejemplo: hay que comer.
Mas
comer mal no nos basta.
Por
ejemplo: hay que dormir.
Mas
dormir solos no basta,
porque
vienen los rebaños
de
ideas amontonadas.
Y
piensa que piensa, ¡y vaya!
¡Dios!
Pero
comer y dormir,
pero
revolver la vida,
pero
vivir por las buenas
según
mi amor, bien agita,
es
remover todo el mundo
por
lo grande, con la chica,
y
alterar lo que dormita.
¡Dios!
Hoy,
pensando con dolor,
yo
me pregunto por Dios.
¿Es
un lírico recurso
con
puntos de admiración?
Y
si va, y luego resulta
que
tiene una solución.
Y
si es así, ¿a qué el suspense?
¡Dios!
NOTICIAS
DE LA ULTIMA GUERRA
Matar
es un negocio.
Cuando
en Vietnam parece posible un armisticio,
Hay
baja en Wall Street,
y
se arruinan los que tienen aún algo que perder;
mas,
falsa alarma, todo vuelve a subir y subir.
las
acciones y los precios
(no
los salarios, es claro, que amenazan inflación).
Matar,
eso es lo bueno.
1,o
que lleva la vida al cielo,
lo
que extirpa el peligro de los amarillos,
de
los negros,
de
los perros,
de
los miedos
de
las chicas de Boston con sus abanicos
y
con cola,
que
están un poco enfadadas porque nadie
las
viola. En vista de lo cual,
porque
la chica es feúcha
o
bien bajan las acciones de papá,
hay
que provocar al negro para que viole a las rubias,
y
en Vietnam hay que matar.
¡Es
el honor de la patria, claro está!
¡MUCHAS
GRACIAS, CUBANOS!
Cuando
la Sexta Flota mancilla puertos,
pienso
en Cuba.
Cuando
los reactores yankis nos petardean,
pienso
en Cuba
Cuando
los invasores nos denuncian por rojos, pienso en Cuba.
Porque
el pueblo cubano da aliento a la esperanza,
creo
en España.
Porque
Fidel recorre siglos en un minuto,
creo
en España.
Porque
todo es posible si el corazón se alza,
creo
en España.
¡Camaradas
de Cuba, muchas gracias!
HABLO
CON AMPARO
Amparo,
ya atardece, ¿y qué hemos conseguido?
Es
cierto que aún seguimos donde siempre, luchando
que
aún dura la alegría como algo sin sentido,
y
otros, cuando cedemos, nos siguen levantando.
Campesinos
del Sur, obreros guipuzcoanos,
en
vosotros saludo una España que avanza.
Muchachas,
estudiantes, mineros asturianos,
con
vosotros apuntan la luz y la esperanza.
Perdonad
si mi canto no os acompaña más.
Perdonad
si no ensalzo todo lo que ya dora.
Mi
voz va enronqueciendo, pero vivo, detrás,
escucho
cómo cantan los gallos en la aurora.
MENSAJES
¡Qué
alegre es este ritmo del trabajo!
¡Qué
pura su insistencia franqueada!
¡Qué
nobles estos hombres mal vestidos,
mal
pagados, maltrechos, mas altivos
que
sin vida interior y sin remilgos
construyen
confiados nuestro mundo!
Quien
no sepa por qué se esfuerzan tensos,
quien
no entienda por qué cantan muriendo,
debería
callar avergonzado.
Quien
habla de tristeza está en pecado.
Quien
pierde pie en la angustia no es un hombre.
Las
últimas preguntas son infames
enredos
de un vicioso introvertido.
Quien
crea, siempre crea sin razones,
triunfalmente
azaroso y atrevido,
normalmente
inventiva y valeroso,
sano,
brusco y alegre, fuerte y simple,
feliz
si se detiene y, respirando,
advierte
que con él respiran todos;
glorioso
cuando inspira y, aplicado,
su
esfuerzo se acompasa al de los otros;
colmado
si le apoyan: ¡bravo, dale!,
oscuros
compañeros de trabajo;
no
humillado si es que estos le superan;
sostenido
por todos, sosteniendo
lo
bello general, lo bien logrado.
II
Es
útil el amor; es colectivo
y
activo el fundamento atesorado.
En
él pongo mis pies; en él me afirmo;
por
él y para él soy un destino.
A
todos los que, aislados, resentidos,
se
atormentan y dudan, consideran
el
cómo, y el porqué, y el hasta cuándo,
y
el último sentido de sus actos,
a
todos los que crean intervalos,
se
miran a sí mismos desde lejos
y
quedan, pensativos, en suspenso,
les
digo que la vida es vida en marcha,
se
responde a sí misma si camina,
se
pudre si se para interrogando.
Aunque
muchos se dan por derrotados,
aunque
es desesperado nuestro orgullo
y
bárbaro el exceso que agitamos,
aunque
ser desdeñoso y hasta duro,
chocar
diente con luz, hueso con cifra,
sentir
hasta la muerte cristalina
que
pues uno no es todo, el mundo es nada,
invita
a despreciar cualquier promesa,
yo
anuncio el porvenir de la alegría,
la
vida que adelanta a todo evento,
la
explosiva simiente esparramada
y
el gozo de existir edificando.
Saludo
al maquinista y al minero.
Saludo
al albañil. Saludo al hombre.
Saludo
al conductor y al conducido.
Saludo
al funcionario y al obrero.
Saludo
al campesino que rotura,
de
acuerdo con la máquina y los astros,
la
tierra femenina y sustanciosa
de
anónimo pasado en lo pasivo.
Saludo
al oficiante y a su oficio.
Yo
exhalo los transportes generosos.
Yo
soy lo natural; yo, la justicia;
yo,
el fiel de la balanza de la anchura.
Los
hombres de uno en uno no son nadie.
Tan
solo al ser en otros nos hallamos,
respiramos
tranquilos, descansamos.
III
¡Arriba,
camaradas,
saludad
la alegría!
Los
hombres se levantan, edifican
en
el mundo otro mundo a su medida.
Obras
son sus amores, y justicia
matemática
su arma constructiva.
Pequeño
es nuestro reino, pero es nuestro
y
en él nos descubrimos con sentido,
trabajamos
humildes y contentos,
construimos
con gloria lo concreto.
No
existe un más allá de este dominio.
Existimos
nosotros, cotidianos,
y
existe bajo un cielo indiferente
el
mundo que inventándonos creamos.
Lo
demás, inhumano, es un misterio.
Lo
demás es vacío.
Lo
demás es silencio.
¿QUE
PUEDE UNO?
No
cumplí cuanto debía.
Me
arrepiento.
Es
difícil olvidar, no quién es uno,
sino
andar sin epicentro. Yo recuerdo...
¡Ay,
todos recordamos y creemos
que
un momento feliz puede salvarnos!
No,
nunca se dirá cuán poco importa
el
caso personal, el yo transeúnte
si
es que amamos.
Hablo
de Asturias, hablo de unos hombres
furiosos
y amorosos,
y,
humilde, les invoco porque creo:
Creo
en la dignidad y en el trabajo;
creo
en el hombre alzado;
creo
en lo insuficiente disparado
con
honor y dolor
hasta
el hecho bien parado y, fiel, clavado.
No
cumplí lo que debía. No he cumplido.
Pero
en los años terribles del silencio,
yo
hablaba.
¿Y
quién hablaba entonces?
Dada
miedo.
Yo
hablaba, sin embargo.
Daba,
miedo.
Antes
de lo posible y lo imposible,
mucho
antes de esta Asturias, yo hablaba,
cuando
el verso nada significaba
y
sin embargo, anunciaba,
y
el corazón, el ser, esto que estamos viendo
y
nos rompe, luchaba ya, exigiendo
algo
contra el estúpido silencio.
Yo
hablaba.
Perdonadme
si ahora me faltan ya palabras.
Porque
estoy con vosotros
y
aunque un poco roto, más que viejo, furioso.
SIN
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He
pensado: Un poema no debe de ser vago.
Si
quiero que funcione debe de ser exacto.
Entonces
no he cantado, he contado
de
uno en uno los muertos que llevamos.
Me
he sentado ante mi mesa, y he apuntado
sus
nombres y apellidos. Sin comentarios.
Al
llegar al noveno ya estaba llorando
pero
hacia dentro. Sin comentarios.
Veintidós,
veintitrés y veinticuatro.
La
rabia me retorcía. Las lágrimas corrían.
Pero
había que tragarlas. Sin comentarios.
Treinta
y tres. Treinta y cuatro.
¿Se
pueden llevar más lejos el dolor y el espanto?
He
tirado mi boli. He suspirado pensando:
Cumplí
lo que podía. Mi poema ha terminado.
Y
entonces un amigo me ha anunciado
que
acaban de matar al treinta y ¿cuántos?
EL
MARTILLO
Cuando
el trabajo, cuando lo cotidiano
nos
va y nos va golpeando,
se
abandonan los bellos disfraces con que un día
jugamos
a inmortales. Y el alma queda en nada.
Y
el hombre es sólo humano, repetible, cualquiera,
anónimo
y sagrado.
Cuando
el martillo, cuando lo duro y terco
con
tacto y metal seco
ataca
destellante, declara hasta la estrella,
claro
y seco, sonoro, totalmente inmediato,
lo
mínimo y precioso del centro diamantino,
señala
en mí el destino.
Dando
en el clavo, dando en firme verdades
de
claridad constante,
pulveriza
implacable la ganga de ideales
y
el yo que se inflacciona y espesa gasa a gasa
la
opacidad que esconde, durísima, en el fondo,
mi
pequeñez más pura.
Dando
iracundo, dando a luz con coraje,
me
forja mi atacante.
Ya
no soy quién con nombre. Ya todo lo doliente
-la
sombra que me sigue, la vida que aún me cuento-
trabajado,
desnuda su principio intangible:
nadie
es nadie si es hombre.
Donde
se calla, donde las vidas mudas
fielmente
se permutan
y
dan una por otra continuo testimonio
de
aliento sostenido, de corazón perpetuo,
yo
pongo mis pequeñas palabras para todos
y
una esperanza en alto.
Donde
los días, donde lo lento y largo,
cuenta
a cuenta es rezado,
nacido
para amar, para morir, aún canto
y
apenas perceptible mi voz corre en el fondo
del
mundo que sí existe, y es fugaz, y es hermoso.
Soy,
perdido, un amante.
Canto
la muerte. Canto, libre de engaños,
los
días y trabajos,
los
oficios humildes que rezan los obreros,
la
dureza consciente, los héroes cotidianos,
los
hombres que se siguen sin alzar la cabeza,
sin
bajarla tampoco.
Manda,
martillo. Manda, aunque me duelas.
Levanta
en mí la estrella.
Contra
mí mismo lucho cuando busco ese estado
de
radiante conciencia, de humildad trascendente,
y
esa luz sin materia ni yo central clamante
de
un dolor bien tallado.
Manda,
implacable. Manda tú, necesario.
Fórmame
con tu rayo.
El
aire es un halago cuando muevo los brazos
transporto
sin sentarme lo que otros me entregaron
me
olvido de mi mismo, tomo y doy -iah!- respiro.
Soy
mortal; soy activo.
Duro
es mi tiempo. Duro y ciego es mi mundo.
Mas
yo seré más duro,
golpeando
sin odio, martillando verdades
necesarias,
sagradas, salvadores, terribles
como
un amor oculto que al fin dice su nombre,
resulta
ser combate.
Duro
es el sino. Duro, el vivir abrupto.
Duro
es también el puño
donde
estoy apretando, y ocultando, y formando,
mi
voluntad, mi furia, mi decisión de entrega
y
el valor de ser hombre.
Contra
lo vago, contra lo dulce y triste
que
en lo ancho me desvive
y
en el agua sin forma de lo total irisa
una
leve sonrisa, quizá melancolía,
propongo
estrictamente, con una rabia heroica,
lo
claro, amargo y frío.
Contra
lo blando, contra los mil perdones,
hoy
mato corazones.
Soy
la luz y el martillo, soy el terco trabajo
de
los hombres cualquiera, y ese motor sin pausa
que
afirma y más afirma, golpe a golpe labrando
la
estatua colectiva.
¡Pobre
de ti! ¡Pobre de mi, que a veces,
como
tú, siento fiebre.
agiganto
mi pulso, me imagino que siempre
durarán
por intensos mis mínimos instantes,
lo
mío y solo mío, lo ineludible y loco
del
verso que ahora apuesto!
¡Pobre
de mí! ¡Pobres de los que, pobres,
lloramos
los sudores,
creyéndonos
divinos, gota a gota acabando
en
esa cristalina verdad que transparenta
lo
mucho que debemos, lo poco que valemos,
la
nada de los nombres!
Canta,
martillo. Canta tú hasta matarme.
Contra
mí, sé constante,
hasta
hacerme y hacerme notar qué poco importo,
y
hacerme ver qué poco soy si soy quien se explica,
y
cómo cuanto existe se vuelve en mí plausible,
y
es en mí, sin yo, vida.
Canta,
martillo. Canta claro verdades.
Canta
lo irremediable.
He
abrazado el difícil destino que me cumple.
Soy
como tú. Soy nadie. Soy un hombre clavado.
Mas
no cejes, martillo, por mucho que me queje.
Sé
mi estampa fulgente.
EL
ULTIMO RECURSO
En
los malos momentos, no os pongáis a llorar,
porque
os harán callar
con
la limosnita de un poco de pan.
En
los malos momentos, decid que no entendéis.
Y
tras escuchar,
decid,
porque es verdad, que seguís sin entender.
Cuando
os digan: «Caridad», vosotros decid: «Justicia»,
porque
pedís lo que es vuestro,
no
descanso de conciencia para los que dormitan.
Cuando
os digan que el problema va a estudiarse,
salid
gritando a la calle
las
razones que los justos llamarán irracionales.
EL
AMOR, ESA BRISA
Pensar
en el amor es importante,
sobre
todo
cuando
no se pasa hambre.
No
hablo de la India, no hablo del Vietnam,
aunque
vale.
Hablo,
amor, de si podremos pagar hoy el pan.
Tendremos
pan y vino. Si hoy nos falta dinero,
mañana
lo tendremos.
Y
somos millonarios de tiempo, tiempo y tiempo.
Como
la India, como la China, como el Vietnam,
no
tenemos prisa.
¿Y
quién es tan valiente que nos venga a cobrar?
Pensemos,
por lo tanto, en el amor.
Cuando
se puede esperar,
hasta
la brisa parece limpia y trascendental.
SOL
OCULTO
Hay
muchos problemas.
Hay
muchos caminos.
Hay
muchos partidos.
Pero
el hambre que es hambre,
y
no de justicia,
borra
ciertos distingos.
Hay
un hambre de, pan.
Hay
un hambre real.
Hay
un hambre mortal.
Pero
el hombre que es hombre
mantiene
su dignidad y defiende la paz.
¿Y
qué sostiene a esos hombres?
¿Qué
enorgullece a los pobres?
¿Y
qué erigen con sus nombres
salvo
andrajos del pasado?
Quienes
bien baten el cobre,
en
la tierra encuentran soles.
TODOS
A UNA
Cada
vez que muere un hombre,
todos
morimos un poco, nos sentimos como un golpe
del
corazón revulsivo que se crece ante el peligro
y
entre espasmos recompone
la
perpetua primavera con sus altas rebeliones.
|
Somos
millones. Formamos
la
unidad de la esperanza.
Lo
sabemos. Y el saberlo
nos
hace fuertes; nos salva.
|
Nos
sentimos como un golpe
que
sin brotar se ha quedado temblorosamente en vilo.
Nos
sentimos sin sentirnos,
fabulosamente
dulces, dolorosamente ciertos.
Nos
sentimos un nosotros. Palpitamos colectivos.
|
Corazón,
corazón,
dulce
sol interior,
me
iluminas, me envuelves:
soy
más de lo que soy.
|
Cada
vez que un combatiente
se
desangra, con su sangre derramada yo hago versos,
canto
y muero en él creciendo,
digo
quién soy, quiénes somos, quién en nosotros, invicto,
testimonia
lo perpetuo, sopla espíritu en el fuego.
|
Yo
resucito en los muertos
si
los siento en camarada,
y
ellos en mí, yo con ellos
permanezca
y canto. ¡Canta!
|
Allá
lejos, ¿quién me espera?
Aquí
al lado, ¿quién me pide simplemente una mirada
tan
terrible, tan difícil
como
dar cara diciendo que -perdón- no pasa nada?
Mas
le miro y en mis ojos devorantes hay mañana.
|
Nos
alzamos uno en otro.
Somos
quien somos: varones
tan
seguros de sí mismos
que
renuncian a su nombre.
|
Cada
vez que siento en vivo
mi
corazón, me pregunto quién me exige más conciencia,
me
pregunto quién me llama
o,
con alarma, ¿qué pasa?
Mas
no pasa, siempre queda y es la unidad que en mí canta.
|
¿Quién
se atreve a condenarnos?
Somos
millones, millones.
Somos
la luz que se extiende.
¡Miradnos!
Somos el hombre.
|
TODO
ESTA POR INVENTAR
¡Camaradas!,
salvemos
las distancias,
venzamos
las nostalgias.
Nuestras
manos obreras, todos a una,
darán
forma a la esperanza.
Hay
que creer, resurgir.
La
España de que sufrimos fue una historia mal contada,
no
su verdad hasta el fin.
Hoy
me siento tan cargado de secretos no explotados,
que
domino el porvenir.
Todo
está por hacer, por inventar y alegrar, por nacer.
Hay
que volver a empezar
y
descubrir como nueva la explosión primaveral.
¡Camaradas!,
dejémonos
de canciones que suenan a más llorar.
Aquí
no ha pasado nada
y
si pasó, no hay que hablar.
Todo
está por inventar.
Cuando luchamos, creamos,
somos
de veras quien somos palpitando cara al cielo,
somos
pura actividad,
y
al cantar,
cantemos
lo que cantemos, cantamos la libertad.
Cantamos
como españoles,
ancho
el mundo, libre el alma,
porque
tenemos coraje para nuevas invenciones.
No
somos los hierofantes de unas mansas tradiciones.
Somos
hombres propulsores.
¡Basta
ya de recordar!
Lo
que importa del pasado se ha hecho sangre en nuestro cuerpo.
Lo
tenemos sin pensar.
Y
al echarnos adelante
somos,
por ser tan de veras, españoles y algo más.
¡Camaradas!,
abandonarse
no es paz.
Sólo
son buenos los sueños del que sabe despertar,
sobresaltarse,
luchar,
y
atreverse a la aventura del «mañana, Dios dirá».
Todo
está por inventar,
por
descubrir desde el centro de su gozo germinal,
por
levantar, por nombrar
con
su nombre más sencillo, más imprevisto, más justo,
más
fieramente real.
¡Camaradas!,
nuestra
lucha es eficaz.
Vencedores
o vencidos, salvamos la libertad,
la
dignidad de ser hombres,
la
alegría del mañana, la juventud natural.
¿Quién
dijo que España es vieja si aún está por estrenar?
¿Qué
me importan quince siglos?
Yo
arranco de mis principios iberos y apunto a más.
Nadie
ha dicho todavía lo realmente real.
¡Camaradas,
a luchar!
No
nos gusta lo que fuimos. No queremos
vivir
solo de recuerdos que nos tiran ¡saca atrás.
Resistamos
la resaca. Declaremos lo puntual.
Sacudiéndonos
el polvo de la Historia,
volvamos
al más acá.
Todo
está por inventar.
Todo
en España es anuncio.
Todo
es semilla cargada de alegría floreal.
Todo,
impulso hacia un mañana
que
podemos y debemos dar a luz y hacer real.
DEFENDAMOS
NUESTRA VIDA
Contra
el "todo es verdad y es mentira" de Calderón.
Todo
es verdad y mentira. Todo es mentira y verdad.
A
la vuelta de una esquina, topamos con lo increíble,
y
sin pensarlo dos veces, lo llamamos natural.
Todo
es verdad. Todo es mentira.
Nuestra
Historia fabulosa nos cuenta sus mil y un días.
¡Hasta
América existía! Y, en corro, cantan las niñas:
«Maravilla,
maravilla, que te pongas de rodillas.»
Todo
es mentira. Todo es verdad.
No
hay milagro inverosímil para un español cabal,
ni
hay hecho que bien mirado tenga peso sustancial.
Lo
pasado es lo pasado. Lo que no ha sido será.
Todo
es verdad. Todo es mentira.
Un
delirio. Un fogonazo. Una aventura. Una prisa.
Un
terremoto de absurdos y minúsculos sucesos,
y
allá arriba, sin perdones, el cielo azul de Castilla.
Todo
es mentira. Todo es verdad.
¡Disfraces
de fantasía para unos pocos que imperan
y
aburridos uniformes para los hombres sin más!
Una
danza macabra y un perpetuo carnaval.
Todo
es verdad. Todo es mentira.
Descarada
y luminosa, fabulosa es la alegría,
y
la esperanza es un sueño que hay quien prefiere dormir,
pues
no hay prisa, nunca hay prisa, si se apuesta a la otra vida.
Todo
es verdad y mentira. Todo es mentira y verdad.
Pero
estos niños callados,
pero
estos hombres sin pan,
pero
estas madres que lloran
una
pena elemental
y
unos muertos que están muertos,
esto
es real, muy real
y
es algo que no podemos
ni
aceptar, ni perdonar.
Pues
que todo y nada es uno,
hay
quien reza: ¡tanto da!,
pero
nosotros, erguidos,
tenemos
que trabajar
porque
nos gritan de cara
el
ahora y más acá,
y
esta vida es nuestra vida,
y
mañana, Dios dirá.