Seísmo

Te tengo delante.

Tu mirada se pierde ausente en tus pensamientos.

Te miro, y de repente, todo comienza a temblar a mi alrededor.

Me cojo de los brazos de la silla, pero nada se mueve. Sin embargo, no puedo dejar de sentir el terremoto.

No sé cuanto durará. Todo tiembla. Mi alma se resquebraja. Mi voluntad cae y se hace añicos. Mi corazón es un juguete que se precipitó al mar. Tristeza, asombro e ilusión amenazan con aplastarme si no me muevo. No puedo moverme. No sé a dónde ir. No sé a dónde escapar. Estoy paralizado, mientras cada uno de tus parpadeos es una sacudida aún más violenta que la anterior. No sé cuanto rato voy a poder seguir mirándote. Imposible no mirarte. No mirar tus grandes ojos tristes. Imposible no sentirme vivo.

De pronto, giras la cabeza y comienzas a hablar. Todo cesa. Fueron unos segundos. La destrucción es total. Habrá más réplicas. La quietud se hará eterna y desesperante.

Imposible reconstruirlo todo…

Andenes

Tren a casa

Los andenes siempre tienen mil historias que contar según la gente que va o viene, o a dónde vayas o de dónde regreses, o según de quién te despidas si es con un abrazo, o con dos besos que querrían ser abrazo, o si es un hasta luego, o un hasta siempre, o un hasta nunca, o un no soportaré estar sin ti, o un tengo que aguantar para no llorar, o un no me he ido y ya estoy deseando volver, o un no querer coger nunca ese tren que sabes que no tienes más remedio que coger, o tener que empezar de cero, o necesitar escapar, o alejarse para acercarse, o simplemente, coger un tren…

Encabrónate

Lo mejor de conectarte al Facebook un domingo de julio, a las 5 y media de la tarde, es que si escribes la mierda más grande del mundo, nadie la va a leer.

Puedes sentirte libre para poner lo que te de la gana, desde 7 fotos seguidas de gatitos con caras angelicales que harían vomitar hasta a la madre Teresa de Calcuta, si viviera, hasta 1 vídeo de 4 horas con la recopilación de todos los gorgoritos desafinados de David Bisbal, para deleite y disfrute de quinceañeras hostiables y desequilibradas emocionalmente, pasando por colgar 10 mensajes de cadenas con advertencias que sólo creería alguien con coeficiente intelectual de australopithecus afarensis.

Puedes escribir el texto más cursi del mundo mezclando palabras como amor, besos, risas, eternidad y microondas… que si alguien, despistado, comienza a leerlo, puedes estar seguro que no pasaría de la segunda línea.

Los domingos de julio, a las 5 y media de la tarde en Facebook, son la verdadera tabla de salvación para echar fuera todo lo que llevas dentro, para soltar toda la adrenalina y frustración que te acompaña durante la semana.

La mejor cura si no puedes pagarte un psicólogo.

Grita, desahógate, encabrónate… nadie te va a leer.

Déjalo

Deja de hacer ruido, de escupir contra el viento, de fabricar con papel en eternos días de lluvia…

Deja de pensarla, de elevar al cielo lo que caerá en picado, de buscar sueños en el yermo jardín de las pesadillas…

Deja de tener esperanza, de creer que su mentira podrá salvarte, de sentir que al coger su mano eres libre…

Deja de ser otro que no eres, de hacerla otra que no es, de ver lo que siempre fue invisible…

Déjalo…

Pasas delante de mí

Pasas delante de mí, y el tiempo se estremece.

La luz del sol, derrotada, retrocede y se oculta, cegada por el verde de tus ojos.

El aire entra en rebelión, temerario, y se conjura para acariciar el rubor de tus mejillas.

Cualquier murmullo enmudece, ansioso de aliarse con el eco de tu dulce y serena voz.

Ya, muy lejos, lágrimas se entremezclan con el hielo fundido de un corazón, minutos antes de volver a congelarse en tu ausencia.

Oscuridad.

Pasas delante de mí, y el tiempo se estremece.

Cabrones

A cada paso que doy, la vida, con voz dulce de mujer, me susurra constantemente al oído: Conviértete en un cabrón. Ponle una coraza a tu corazón, del acero más resistente, y se un cabrón más.

No te resistas, ríndete. El mundo es de los cabrones. Nos gobiernan, nos adoctrinan en los medios de comunicación, deciden como viviremos, se cruzan en nuestras vidas disfrazados de amigos o incluso parejas. Nos pisan, patean, escupen, aplastan. Cantidades ingentes de cientos de miles de cabrones.

Abre bien los ojos está mañana y los verás. La secta crece exponencialmente cada minuto. Desde cuerpos trajeados con imponentes mujeres, hasta abuelitas que tratan de colarse en la cola del super, pasando por vecinos que hacen del ruido su religión en horas de sueño. Cada día son más y más.

Cabrones sin remordimientos, sin empatía, desengañados de la vida, que un día decidieron girar sus vidas con destino al infierno, y les importa una mierda si allí hace mucho calor. Anestesiados contra todo sufrimiento. Lo que no te mata, te hace más cabrón.

Esos son los que triunfan. Sociedad de cabrones. La plaga del siglo XXI.

No hay voz de mujer más dulce, que susurre a mis oídos: No te resistas. Se un cabrón más…