TOP 10 DE LIBROS DE TERROR SEGÚN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Aquí están los 10 mejores libros de terror de todos los tiempos según la Inteligencia Artificial ChatGPT.

TOP 10 DE LIBROS  DE TERROR SEGÚN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

1. «Drácula» de Bram Stoker: El conde Drácula, un vampiro inmortal, viaja desde Transilvania a Inglaterra para buscar nuevas víctimas.

2. «Frankenstein» de Mary Shelley: Un joven científico crea una criatura a partir de partes de cadáveres y pierde el control de su creación.

3. «El Exorcista» de William Peter Blatty: Una niña de 12 años es poseída por un demonio y su madre busca la ayuda de un sacerdote para exorcizarla.

4. «IT» de Stephen King: Una criatura malvada se esconde en las alcantarillas de un pequeño pueblo y atrae a los niños para alimentarse de sus miedos.

5. «La llamada de Cthulhu» de H.P. Lovecraft: Un hombre investiga la existencia de un antiguo dios llamado Cthulhu y descubre horrores inimaginables.

6. «El resplandor» de Stephen King: Una familia se muda a un hotel aislado en las montañas, donde el padre es tentado a la locura por fuerzas sobrenaturales.

7. «El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde: Un hombre joven vende su alma para mantener su juventud, mientras su retrato envejece y refleja su alma corrupta.

8. «El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde» de Robert Louis Stevenson: Un científico crea una poción que lo transforma en un monstruo violento y sin control.

9. «El horror de Dunwich» de H.P. Lovecraft: Un pueblo es atacado por una criatura inhumana nacida de una familia maldita y de un libro mágico.

10. «La semilla del diablo» de Ira Levin: Una joven pareja se muda a un edificio de apartamentos en Nueva York, donde se ven envueltos en una conspiración satánica.

Personalmente, he leído 9 de esos 10. Me falta “El retrato de Dorian Gray”. Espero que esta lista te haya sido útil. Y tu, ¿cuál hubieras incluido?

¡Disfruta de la lectura de estos grandes clásicos del terror!

TOP 10 DE LIBROS RECIENTES DE CIENCIA FICCIÓN SEGÚN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Aquí tenéis una lista de 10 libros de ciencia ficción publicados en los últimos 10 años (2013-2022) que son altamente recomendados. Ten en cuenta que el conocimiento de GPT-4 se extiende hasta septiembre de 2021, por lo que algunos libros publicados después de esa fecha podrían no estar incluidos.

TOP 10 LIBROS RECIENTES DE CIENCIA FICCIÓN

1. **El problema de los 3 cuerpos** (2014) de Liu Cixin
– Primer libro de la trilogía de «El problema de los tres cuerpos»

2. **Justicia Auxiliar** (2013) de Ann Leckie
– Primer libro de la trilogía «Imperial Radch»

3. **La Quinta Estación** (2015) de N.K. Jemisin
– Primer libro de la trilogía «La Tierra Fragmentada»

4. **Recursion** (2019) de Blake Crouch

5. **El Agua Vendrá ** (2017) de Jeff Goodell
– Un relato de ciencia ficción climática

6. **La Brigada de Luz** (2019) de Kameron Hurley

7. **Gideon la Novena** (2019) de Tamsyn Muir
– Primer libro de la trilogía «La Tumba Sellada»

8. **El Priorato del Naranjo** (2019) de Samantha Shannon
– Una epopeya de fantasía con elementos de ciencia ficción

9. **Un Recuerdo llamado Imperio** (2019) de Arkady Martine
– Primer libro de la serie «Teixcalaan»

10. **Proyecto Hail Mary** (2021) de Andy Weir

Esta lista incluye una variedad de subgéneros y estilos dentro de la ciencia ficción, desde space opera hasta historias de supervivencia en el espacio y temas de cambio climático. Todos estos libros han sido bien recibidos tanto por la crítica como por los lectores, y sin duda ofrecen una excelente muestra de la ciencia ficción contemporánea.

“CUENTOS DEL PLANETA TIERRA“ de Arthur C. Clarke

LIBRO LEÍDO NÚMERO 25 EN 2021: “CUENTOS DEL PLANETA TIERRA“ de Arthur C. Clarke.

SINOPSIS

La ficción de Arthur C. Clarke ha traspasado el Universo. Ha llevado a través del tiempo y el espacio, los aspectos más inimaginables de la vida terrestre y extraterrestre. Este libro reúne una colección de historias cortas de ciencia ficción.“CUENTOS DEL PLANETA TIERRA“ de Arthur C. ClarkeEn esta publicación se incluyen:

– El Camino hacia el Mar (The Road to the Sea, 1950)
– Odio (Hate, 1961)
– Campaña de Publicidad (Publicity Campaign, 1956)
– El Otro Tigre (The Other Tiger, 1953)
– En las Profundidades (The Deep Range, 1958)
– «Si Te Olvido, Tierra…» («If I Forget Thee, Oh Earth…», 1953)
– El Cielo Cruel (The Cruel Sky, 1962)
– El Parásito (The Parasite, 1953)
– Los Próximos Inquilinos (The Next Tenants, 1957)
– Saturno Naciente (Saturn Rising, 1961)
– El Hombre Que Cribaba el Mar (The Man Who Ploughed the Sea, 1957)
– El Muro de Oscuridad (The Wall of Darkness, 1949)
– El León de Comarre (The Lion of Comarre, 1968)
– En Mares de Oro (On Golden Seas, 1987)

Se trata del quinto libro que leo de Clarke, después de “2001 Una Odisea Espacial”, “El Martillo de Dios”, “El Fin de la Infancia” y “Cita con Rama”.

AUTOR

Arthur Charles Clarke nació en 1917, en Minehead, Somerset, Inglaterra. Después de la Segunda Guerra Mundial entró en el King’s College, Londres, en 1948, acabando con honores sus estudios en física y matemáticas. Entre 1946 y 1947 y entre 1950 y 1953 fue presidente de la Sociedad de Interplanetaria Británica. Arthur C. Clarke escribió el guión de “2001 Una Odisea Espacial” (1968) junto a Stanley Kubrick. La novelización fue escrita basándose en el guión. En los 60 Arthur C. Clarke dedica sus energías creativas a obras ajenas al género, y a la divulgación científica. En 1980 gana el premio Hugo de novela. Clarke siempre escribe con lucidez, a veces en un tono frío, frecuentemente con gracia, siendo un agudo evocador que ha producido algunas de los imágenes más memorables en ciencia ficción.

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“DAGÓN Y OTROS CUENTOS MACABROS“ de Howard Philips Lovecraft

LIBRO LEÍDO NÚMERO 22 EN 2021: “DAGÓN Y OTROS CUENTOS MACABROS“ de Howard Philips Lovecraft.

H. P. Lovecraft es uno de los grandes maestros del horror cósmico y pilar indiscutible del terror. En la presente recopilación se encuentran algunos de los primeros relatos del autor, tan bien escritos como los grandes clásicos que publicó durante las décadas de 1920 y 1930, y en los que ya prefiguraba sus grandes inquietudes temáticas y sus señas de identidad como autor.
“DAGÓN Y OTROS CUENTOS MACABROS“ de Howard Philips LovecraftLos veinte relatos de Lovecraft reunidos en este volumen pertenecen a la etapa inicial y más fecunda de su obra narrativa. Poseen, además, el interés complementario de iluminar el nacimiento del fantástico mundo lovecraftiano, poblado por abominaciones cósmicas, dioses olvidados, ritos crueles y sueños abismales. La recopilación ofrece, dentro de su unidad básica, una gran variedad de planteamientos narrativos: la fantasía dunsaniana en «Polaris» o «Los otros dioses«; el relato de horror que participa de la ciencia ficción en «Arthur Jermyn«; las primeras contribuciones a lo que más tarde constituirá el ciclo de los Mitos de Cthulhu en «La ciudad sin nombre» o «El sabueso«, etc.

AUTOR

Howard Philips Lovecraft es un escritor norteamericano, autor de un buen puñado de historias cortas que lo elevaron a la categoría de maestro del llamado horror cósmico. Su mala salud desde la infancia y una madre sobreprotectora hicieron de él un tipo retraído, que encontró refugio en la literatura.
Su obra más popular es la serie de los Mitos de Cthulhu, que narra la existencia de dioses primigenios de origen extraterrestre cuyo probable despertar amenaza la existencia de la humanidad. Además, destacan otras obras como En las montañas de la locura, El horror de Dunwich o Dagón.

Su situación económica fue muy precaria. Murió en 1937 sin que su obra tuviera gran repercusión. Sus relatos y novelas adquirieron la relevancia que tienen hoy en día años después de su muerte.

Está considerado como el indiscutible maestro del género situado entre la ciencia ficción y el horror. Sus inquietantes narraciones, además de crear un particular universo literario y de forjar el concepto del terror cósmico, han sido (y siguen siendo) fuente de inspiración de innumerables autores.

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“EXHALACIÓN“ de Ted Chiang

ÚLTIMO LIBRO LEÍDO: “EXHALACIÓN“ de Ted Chiang.
(Número 21 este año)

Segundo libro de relatos de ciencia ficción que leo de Ted Chiang, uno de los autores top de este género en el panorama actual, tras el gran éxito que supuso el primero, “La Historia de tu Vida”, con el relato que da título al libro, adaptado a la gran pantalla por Denis Villeneuve, en “La Llegada”.“EXHALACIÓN“ de Ted Chiang
“Exhalación” nos regala nueve cuentos asombrosamente originales y sugerentes en los que Ted Chiang aborda algunos de los interrogantes más antiguos de la humanidad, así como nuevos dilemas sólo al alcance de una imaginación portentosa como la suya.

¿Qué pasaría si un inocente juguete dinamitara nuestra noción de libre albedrío? ¿Y si fuera posible ponerse en contacto con versiones de nosotros mismos en otras líneas temporales? Si creáramos mascotas virtuales provistas de una inteligencia artificial que les permitiera aprender como si fueran niños humanos, ¿qué clase de compromiso ético deberíamos asumir con su educación y su futuro? ¿Y qué ocurriría si pudiéramos visionar cualquier episodio de nuestra vida tal como sucedió, sin el matiz afectivo y el sesgo interpretativo de lo que llamamos «recuerdos»?

No importa cuál sea el tema que trate Ted Chiang en sus narraciones, siempre demuestra una formidable habilidad para indagar en los enigmas de la condición humana y abordar los conflictos éticos que la relación con la tecnología plantea en nuestra existencia. Lejos del enfoque distópico hoy predominante en las narraciones futuristas, las historias de Chiang muestran una perspectiva abiertamente positiva y vitalista, delineando preguntas filosóficas de un enorme calado humano.

Ted Chiang es uno de los nombres insoslayables de la ciencia ficción, género en el que desde hace años goza del más sólido prestigio, como atestigua la infinidad de premios que su obra ha recibido; reveladores, elegantes y sorprendentes, los relatos de Exhalación lo sitúan, sencillamente, entre los autores indiscutibles de la literatura estadounidense actual.

CRÍTICAS

«Los relatos de Ted Chiang son elegantes, impecables y deslumbrantes».
Colson Whitehead
«Todos sabemos que Ted Chiang es un puto genio, pero es que… es un puto genio».
Carmen Maria Machado
«Los relatos de Ted Chiang son exquisitos artefactos que emplean la ciencia ficción como medio para indagar en la condición humana. Al igual que el narrador de “Exhalación”, el relato que da título al libro, Chiang abre la parte posterior de su cabeza y muestra su funcionamiento, misterioso y dorado, a una fascinada audiencia».
Alan Moore
«Un libro de relatos que te hace pensar, que te enfrenta a las grandes preguntas y hace que te sientas más humano. La mejor clase de ciencia ficción».
Barack Obama
«Al igual que predecesores tan variopintos como Philip K. Dick, Jorge Luis Borges, Ursula K. Le Guin, Margaret Atwood, Haruki Murakami y Kazuo Ishiguro, Chiang explora los temas típicos de la ciencia ficción del modo menos tópico imaginable».
Joyce Carol Oates, The New Yorker







EL PEATÓN

EL PEATÓN
-Ray Bradbury
EL PEATÓNEntrar en aquel silencio que era la ciudad a las ocho de una brumosa noche de noviembre, pisar la acera de cemento y las grietas alquitranadas, y caminar, con las manos en los bolsillos, a través de los silencios, nada le gustaba más al señor Leonard Mead. Se detenía en una bocacalle, y miraba a lo largo de las avenidas iluminadas por la Luna, en las cuatro direcciones, decidiendo qué camino tomar. Pero realmente no importaba, pues estaba solo en aquel mundo del año 2052, o era como si estuviese solo. Y una vez que se decidía, caminaba otra vez, lanzando ante él formas de aire frío, como humo de cigarro.
A veces caminaba durante horas y kilómetros y volvía a su casa a medianoche. Y pasaba ante casas de ventanas oscuras y parecía como si pasease por un cementerio; sólo unos débiles resplandores de luz de luciérnaga brillaban a veces tras las ventanas. Unos repentinos fantasmas grises parecían manifestarse en las paredes interiores de un cuarto, donde aún no habían cerrado las cortinas a la noche. O se oían unos murmullos y susurros en un edificio sepulcral donde aún no habían cerrado una ventana.
El señor Leonard Mead se detenía, estiraba la cabeza, escuchaba, miraba, y seguía caminando, sin que sus pisadas resonaran en la acera. Durante un tiempo había pensado ponerse unos botines para pasear de noche, pues entonces los perros, en intermitentes jaurías, acompañarían su paseo con ladridos al oír el ruido de los tacos, y se encenderían luces y aparecerían caras, y toda una calle se sobresaltaría ante el paso de la solitaria figura, él mismo, en las primeras horas de una noche de noviembre.
En esta noche particular, el señor Mead inició su paseo caminando hacia el oeste, hacia el mar oculto. Había una agradable escarcha cristalina en el aire, que le lastimaba la nariz, y sus pulmones eran como un árbol de Navidad. Podía sentir la luz fría que entraba y salía, y todas las ramas cubiertas de nieve invisible. El señor Mead escuchaba satisfecho el débil susurro de sus zapatos blandos en las hojas otoñales, y silbaba quedamente una fría canción entre dientes, recogiendo ocasionalmente una hoja al pasar, examinando el esqueleto de su estructura en los raros faroles, oliendo su herrumbrado olor.
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“EL INSTITUTO“ de Stephen King

ÚLTIMO LIBRO LEÍDO: “EL INSTITUTO“ de Stephen King.

“En mitad de la noche en un barrio tranquilo de Minneapolis raptan a Luke Ellis, de doce años, tras haber asesinado a sus padres. Una operación que dura menos de dos minutos. Luke se despierta en la siniestra institución conocida como El Instituto, en una habitación que se asemeja a la suya pero sin ventanas. En habitaciones parecidas hay otros niños: Kalisha, Nick, George, Iris y Avery Dixon, entre otros, que comparten capacidades especiales como telequinesia o telepatía. Todos ellos se alojan en la Mitad Delantera de la institución. Los mayores, en cambio, se encuentran en la Mitad Trasera. Como dice Kalisha: «Allí entras pero no sales».La señora Sigsby, la directora, y el resto del personal se dedican a aprovecharse sin compasión del talento paranormal de los chavales. Si te portas bien te premian. Si no, el castigo es brutal. Luke se da cuenta de que las víctimas van desapareciendo y son trasladadas a la Mitad Trasera, así que se obsesiona con escapar y pedir ayuda. Pero nunca nadie ha escapado de El Instituto…”“EL INSTITUTO“ de Stephen KingStephen King no defrauda y vuelve con clásicos de sus historias como los niños o la América profunda. Deudora de “Ojos de fuego” y con un elenco de personajes juveniles, como en “It” (mi libro favorito de King) y en “Stand By Me”, con los que podemos empatizar, “El Instituto” nos recuerda de inmediato al mejor King, incluso aunque trate temas tan oscuros como los que copan los titulares hoy en día y que nos hacen temer por nuestro futuro.

Una gran novela, a ratos fascinante, ideal para disfrutar en estas vacaciones de verano, que engancha desde el principio y hace que se lea del tirón.

Larga vida al rey del terror.

AUTOR

Stephen Edwin King , nació en Portland en 1947, y es un escritor de novelas de terror, misterio, ficción sobrenatural, ciencia ficción y literatura fantástica. Sus libros han vendido más de 350 millones de copias y en su mayoría han sido adaptados al cine y a la televisión. Ha publicado 62 novelas (siete de ellas, bajo el seudónimo de Richard Bachman) y siete libros de no ficción. Ha escrito, además, alrededor de doscientos relatos y novelas cortas, la mayoría de los cuales han sido recogidos en once colecciones.

Desdeñado por críticos y académicos literarios por ser considerado un autor «comercial»,su obra ha generado mayor atención desde la década de 1990. Es criticado regularmente por su estilo presuntamente «no literario». Por el contrario, su sentido de la narración, sus personajes animados y coloridos y su capacidad para jugar con los temores de los lectores han sido blanco de elogios. Si bien en la mayoría de sus historias utiliza el recurso del terror, también aborda de manera regular temáticas como la infancia, el racismo y la guerra, brindando un retrato social muy realista de los Estados Unidos, y siendo uno de los autores preferidos de los lectores en todo el mundo.

King ha ganado numerosos premios literarios, incluyendo el Premio Bram Stoker en trece ocasiones, el Premio British Fantasy siete veces, los Premios Locus en cinco oportunidades, el Premio Mundial de Fantasía cuatro veces, el Premio Edgar en dos ocasiones y los premios Hugo y O. Henry en una oportunidad.

Donde suben y bajan las mareas

Donde suben y bajan las mareas (Where the Tides Ebb and Flow) es un relato fantástico del escritor anglo-irlandés Lord Dunsany (1878-1957), publicado en la antología de 1910: Cuentos de un soñador (A Dreamer’s Tales).

Su obra, la cual gira en torno a la alta fantasía, el horror y lo extraño, ejerció gran influencia y admiración en distintos autores como H. P. Lovecraft, J. R. R. Tolkien, Jorge Luis Borges y Arthur C. Clarke.

Soñé que había hecho algo horrible, tan horrible, que se me negó sepultura en tierra y en mar, y ni siquiera había infierno para mí. Esperé algunas horas con esta certidumbre. Entonces vinieron por mí mis amigos, y secretamente me asesinaron, y con antiguo rito y entre grandes hachones encendidos, me sacaron.

Esto acontecía en Londres, y furtivamente, en el silencio de la noche, me llevaron a lo largo de calles grises y por entre míseras casas hasta el río. Y el río y el flujo del mar pugnaban entre bancos de cieno, y ambos estaban negros y llenos de los reflejos de las luces. Una súbita sorpresa asomó a sus ojos cuando se les acercaron mis amigos con sus hachas fulgurantes. Y yo lo veía, muerto y rígido, porque mi alma aún estaba entre mis huesos, porque no había infierno para ella, porque se me había negado sepultura cristiana.

Me bajaron por una escalera cubierta de musgo y viscosidades, y así descendí poco a poco al terrible fango. Allí, en el territorio de las cosas abandonadas, excavaron una fosa. Después me depositaron en la tumba, y de repente arrojaron las antorchas al río. Y cuando el agua extinguió el fulgor de las teas, se vieron, pálidas y pequeñas, nadar en la marea; y al punto se desvaneció el resplandor de la calamidad, y advertí que se aproximaba la enorme aurora; mis amigos se taparon los rostros con sus capas, y la solemne procesión se dispersó, y mis amigos fugitivos desaparecieron calladamente.

Illustration by Sidney SimeIlustración de Sidney Sime

Entonces volvió el fango cansadamente y lo cubrió todo, menos mi cara. Allí yacía solo, con las cosas olvidadas, con las cosas amontonadas que las mareas no llevarán más adelante, con las cosas inútiles y perdidas, con los ladrillos horribles que no son tierra ni piedra. Nada sentía, porque me habían asesinado; mas la percepción y el pensamiento estaban en mi alma desdichada. La aurora se abría, y vi las desoladas viviendas amontonadas en la margen del río, y en mis ojos muertos penetraban sus ventanas muertas, tras de las cuales había fardos en vez de ojos humanos.

Y tanto hastío sentí al mirar aquellas cosas abandonadas, que quise llorar, mas no pude porque estaba muerto. Supe entonces lo que jamás había sabido: que durante muchos años aquel rebaño de casas desoladas había querido llorar también, mas, por estar muertas, estaban mudas. Y supe que también las cosas olvidadas hubiesen llorado, pero no tenían ojos ni vida. Y yo también intenté llorar, pero no había lágrimas en mis ojos muertos. Y supe que el río podía habernos cuidado, podía habernos acariciado, podía habernos cantado, mas él seguía corriendo sin pensar más que en los barcos maravillosos.

Por fin, la marea hizo lo que no hizo el río, y vino y me cubrió, y mi alma halló reposo en el agua verde, y se regocijó, e imaginó que tenía la sepultura del mar. Mas con el reflujo descendió el agua otra vez, y otra vez me dejó solo con el fango insensible, con las cosas olvidadas, ahora dispersas, y con el paisaje de las desoladas casas, y con la certidumbre de que todos estábamos muertos.

En el negro muro que tenía detrás, tapizado de verdes algas, despojo del mar, aparecieron oscuros túneles y secretas galerías tortuosas que estaban dormidas y obstruidas. De ellas bajaron al cabo furtivas ratas a roerme, y mi alma se regocijó creyendo que al fin se vería libre de los malditos huesos a los que se había negado entierro.

Pero pronto se apartaron las ratas y murmuraron entre sí. No volvieron más. Cuando descubrí que hasta las ratas me execraban, intenté llorar de nuevo. Entonces, la marea vino retirándose, y cubrió el espantoso fango, y ocultó las desoladas casas, y acarició las cosas olvidadas, y mi alma reposó por un momento en la sepultura del mar. Luego me abandonó otra vez la marea. Y sobre mí pasó durante muchos años arriba y abajo. Un día me encontró el Consejo del Condado y me dio sepultura decorosa. Era la primera tumba en que dormía. Pero aquella misma noche mis amigos vinieron por mi, y me exhumaron, y me llevaron de nuevo al hoyo somero del fango.

Una y otra vez hallaron mis huesos sepultura a través de los años, pero siempre al fin del funeral acechaba uno de aquellos hombres terribles, quienes, no bien caía la noche, venían, me sacaban y me volvían nuevamente al hoyo del fango. Por fin, un día murió el último de aquellos hombres que hicieron un tiempo la terrible ceremonia conmigo. Oí pasar su alma por el río al ponerse el sol. Y esperé de nuevo.

Pocas semanas después me encontraron otra vez, y de nuevo me sacaron de aquel lugar en que no hallaba reposo, y me dieron profunda sepultura en sagrado, donde mi alma esperaba descanso. Y al punto vinieron hombres embozados en capas y con hachones encendidos para volverme al fango, porque la ceremonia había llegado a ser tradicional y de rito. Y todas las cosas abandonadas se mofaron de mí en sus mudos corazones cuando me vieron volver, porque estaban celosas de que hubiese dejado el fango. Debe recordarse que yo no podía llorar.

Y corrían los años hacia el mar adonde van las negras barcas, y las grandes centurias abandonadas se perdían en el mar, y allí permanecía yo sin motivo de esperanza y sin atreverme a esperar sin motivo por miedo a la terrible envidia y a la cólera de las cosas que ya no podían navegar.

Una vez se desató una gran borrasca que llegó hasta Londres y que venía del mar del Sur; y vino retorciéndose río arriba empujada por el viento furioso del Este. Y era más poderosa que las espantosas mareas, y pasó a grandes saltos sobre el fango movedizo. Y todas las tristes cosas olvidadas se regocijaron y mezcláronse con cosas que estaban más altas que ellas, y pulularon otra vez entre los señoriles barcos que se balanceaban arriba y abajo. Y sacó mis huesos de su horrible morada para no volver nunca más, esperaba yo, a sufrir la injuria de las mareas. Y con la bajamar cabalgó río abajo, y dobló hacia el Sur, y tornóse a su morada. Y repartió mis huesos por las islas y por las costas de felices y extraños continentes. Y por un momento, mientras estuvieron separados, mi alma se creyó casi libre.

Luego se levantó, al mandato de la Luna, el asiduo flujo de la marea, y deshizo en un punto el trabajo del reflujo, y recogió mis huesos de las riberas de las islas de sol, y los rebuscó por las costas de los continentes, y fluyó hacia el Norte hasta que llegó a la boca del Támesis, y subió por el río y encontró el hoyo en el fango, y en él dejó caer mis huesos; y el fango cubrió algunos y dejó otros al descubierto, porque el fango no cuida de las cosas abandonadas.

Llegó el reflujo, y vi los ojos muertos de las cosas y la envidia de las otras cosas olvidadas que no había removido la tempestad. Y transcurrieron algunas centurias más sobre el flujo y el reflujo y sobre la soledad de las cosas olvidadas. Y allí permanecía, en la indiferente prisión del fango, jamás cubierto por completo ni jamás libre, y ansiaba la gran caricia cálida de la tierra o el dulce regazo del mar.

A veces encontraban los hombres mis huesos y los enterraban, pero nunca moría la tradición, y siempre me volvían al fango los sucesores de mis amigos. Al fin dejaron de pasar los barcos y fueron apagándose las luces; ya no flotaron más río abajo las tablas de madera, y en cambio llegaron viejos árboles descuajados por el viento, en su natural simplicidad.

Al cabo percibí que dondequiera a mi lado se movía una brizna de hierba y el musgo crecía en los muros de las casas muertas. Un día, una rama de cardo silvestre pasó río abajo. Por algunos años espié atentamente aquéllas señales, hasta que me cercioré de que Londres desaparecía. Entonces perdí una vez más la esperanza, y en toda la orilla del río reinaba la ira entre las cosas perdidas, pues nada se atrevía a esperar en el fango abandonado. Poco a poco se desmoronaron las horribles casas, hasta que las pobres cosas muertas que jamás tuvieron vida encontraron sepultura decorosa entre las plantas y el musgo. Al fin apareció la flor del espino y la clemátide. Y sobre los diques que habían sido muelles y almacenes se irguió al fin la rosa silvestre. Entonces supe que la causa de la Naturaleza había triunfado y que Londres había desaparecido.

El último hombre de Londres vino al muro del río, embozado en una antigua capa, que era una de aquellas que un tiempo usaron mis amigos, y se asomó al pretil para asegurarse de que yo estaba quieto allí; se marchó y no le volví a ver: había desaparecido a la par que Londres.

Pocos días después de haberse ido el último hombre entraron las aves en Londres, todas las aves que cantan. Cuando me vieron, me miraron con recelo, se apartaron un poco y hablaron entre sí.

Sólo pecó contra el Hombre —dijeron—. No es cuestión nuestra.

Seamos buenas con él. —dijeron.

Entonces se me acercaron y empezaron a cantar. Era la hora del amanecer, y en las dos orillas del río, y en el cielo, y en las espesuras que un tiempo fueron calles, cantaban centenares de pájaros. A medida que el día adelantaba, arreciaban en su canto los pájaros; sus bandadas espesábanse en el aire, sobre mi cabeza, hasta que se reunieron miles de ellos cantando, y después millones, y por último no pude ver sino un ejército de alas batientes, con la luz del sol sobre ellas, y breves claros de cielo. Entonces, cuando nada se oía en Londres más que las miríadas de notas del canto alborozado, mi alma se desprendió de mis huesos en el hoyo del fango y comenzó a trepar sobre el canto hacia el cielo. Y pareció que se abría entre las alas de los pájaros un sendero que subía y subía, y a su término se entreabría una estrecha puerta del Paraíso. Y entonces conocí por una señal que el fango no había de recibirme más, porque de repente me encontré que podía llorar.

En este instante abrí los ojos en la cama de una casa de Londres, y fuera, a la luz radiante de la mañana, trínaban unos gorriones sobre un árbol; y aún había lágrimas en mi rostro, pues la represión propia se debilita en el sueño. Me levanté y abrí de par en par la ventana, y extendiendo mis manos sobre el jardincillo, bendije a los pájaros cuyos cantos me habían arrancado a los turbulentos y espantosos siglos de mi sueño.