A cada paso que doy, la vida, con voz dulce de mujer, me susurra constantemente al oído: Conviértete en un cabrón. Ponle una coraza a tu corazón, del acero más resistente, y se un cabrón más.
No te resistas, ríndete. El mundo es de los cabrones. Nos gobiernan, nos adoctrinan en los medios de comunicación, deciden como viviremos, se cruzan en nuestras vidas disfrazados de amigos o incluso parejas. Nos pisan, patean, escupen, aplastan. Cantidades ingentes de cientos de miles de cabrones.
Abre bien los ojos está mañana y los verás. La secta crece exponencialmente cada minuto. Desde cuerpos trajeados con imponentes mujeres, hasta abuelitas que tratan de colarse en la cola del super, pasando por vecinos que hacen del ruido su religión en horas de sueño. Cada día son más y más.
Cabrones sin remordimientos, sin empatía, desengañados de la vida, que un día decidieron girar sus vidas con destino al infierno, y les importa una mierda si allí hace mucho calor. Anestesiados contra todo sufrimiento. Lo que no te mata, te hace más cabrón.
Esos son los que triunfan. Sociedad de cabrones. La plaga del siglo XXI.
No hay voz de mujer más dulce, que susurre a mis oídos: No te resistas. Se un cabrón más…