Deberías volver a abrir los ojos.
Antes de que en tu alma estalle el devastador trueno que siempre llega
sin avisar.
Sin la cegadora luz de un relámpago perdido que lo anteceda.
Antes de que mañana se vuelva a acabar el mundo
sin avisar.
Sin que hayas logrado cumplir con la justicia divina de tu venganza.
Antes de que el encadenado perfume de las lilas y el miedo que lo inunda todo sean uno,
sin avisar.
Sin que el dolor acabe salvándote de ti mismo.
Deberías volver a abrir los ojos.
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