Arrastrados por el noble empeño de satisfacer plenamente a su clientela, los fabricantes de Santos Lugares no han vacilado en inventar un pueblo que faltaba en el cómputo. Nazaret, donde, según los Evangelios, Jesucristo pasó su infancia, no existía todavía en la época de Cristo. Las primeras menciones históricas de Nazaret son posteriores al Concilio de Nicea y las excavaciones arqueológicas confirman que sus niveles de doblamiento más antiguos no se remontan más allá de la época bizantina. Posiblemente el evangelista se inspiró en el topónimo hebreo del lago Tiberíades y su valle: Gue Netsareth, es decir Genesaret, y de aquí obtuvo un pueblo imaginario donde situar la infancia de Cristo. El cristianismo asignó el topónimo a una naciente comunidad, y hoy la populosa ciudad de Nazaret encaja cómodamente con la historia evangélica y no se queda a la zaga en la producción de Santos Lugares.
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