Y a partir de aquel instante supe que nada volvería a ser igual.
Que una tormenta se podría desatar en mitad de un día soleado.
Que cualquier noche estaría en manos del dios de las pesadillas.
Que había caído el muro que separaba el amor del odio.
Que la palabra olvido se convertiría en el mayor de los anhelos.
Que aún estando rodeado de gente, estaría atrapado por la soledad.
Que el presente pasaría sin darme cuenta y el futuro no importaría.
Y a partir de aquel instante repetiría una y otra vez, para no olvidar…
Que no fue un sueño. No fue un sueño. No fue un sueño.