No habían pasado 24 horas de los atentados de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia y las huellas dactilares ya comenzaban a apuntar -en contra de lo que insistentemente mantenía el Gobierno con su ministro del Interior, Ángel Acebes, a la cabeza- a que la masacre podía ser obra de terroristas islámicos, aunque aún había dudas y puntos por confirmar.
Según han desvelado fuentes de la lucha antiterrorista, la Policía Científica encontró las improntas de Jamal Zougam durante el riguroso examen al que fue sometida el 11-M por la tarde-noche la furgoneta que los terroristas abandonaron en la estación de tren de Alcalá de Henares. La identidad de Zougam no tardó en salir a la luz, ya que el marroquí estaba «reseñado» en los bancos de datos criminalísticos por sus relaciones con varios de los implicados en la investigación de la Audiencia Nacional sobre la célula española del 11-S. No obstante, los agentes no quisieron precipitarse y prefirieron comprobar que las huellas del sospechoso no habían llegado «accidentalmente» a la camioneta robada.
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Que cara más dura tienen los antiguos gobernantes, ahora en la oposición, cuando decidieron ocultar todo esto que ya se sabía el mismo día de los atentados y seguir apuntando a ETA. Es indignante y se les debía caer la cara de vergüenza…
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