—Esto tiene vida —dijo Leavitt— (refiriéndose a una roca de granito). Vive, respira, anda y habla. Sólo que no podemos notarlo, porque lo hace demasiado despacio. La piedra tiene un período vital de tres mil millones de años. Nosotros tenemos un período vital de sesenta o setenta años.
No podemos ver lo que le sucede a esta piedra, del mismo modo que no podemos distinguir la melodía de un disco que gire a razón de una vuelta por siglo. Y la roca, por su parte, no se da cuenta siquiera de nuestra existencia porque sólo existimos un breve instante de su período vital. Para ella, nosotros somos como chispas de luz en la oscuridad.
Cita de La Amenaza de Andrómeda.
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Realmente buenísimo…