ÚLTIMO LIBRO LEÍDO: “EL FIN DE LA INFANCIA“ de Arthur C. Clarke.
Sinopsis
“Enormes naves extraterrestres surgen de la nada y se posan sobre las principales ciudades del planeta…
Con la llegada a la Tierra de esta raza extraterrestre, bautizada como superseñores, la humanidad conocerá sus mejores tiempos. Bajo su tutela, se acabará con las guerras, el hambre, las fronteras… Pero algo no va bien, nadie ha visto nunca a un superseñor y esto hace que surjan grupos radicales contrarios a la política de los superseñores. Karellen, interlocutor por parte de los superseñores, hace público que en cincuenta años se presentarán a la humanidad, cuando ésta esté preparada…”
Un clásico de la ciencia ficción que no defrauda en absoluto, cargado de gran profundidad filosófica. Con una narrativa dinámica y fluida, el autor plantea las diversas consecuencias de la llegada de una raza extraterrestre a la Tierra. Se vislumbra de este modo diversos escenarios en los cuales hay una colaboración de los extraterrestres para preservar la paz y la felicidad de los humanos, a cambio de una serie de consecuencias en las que radica el gran misterio de la novela.
Se trata de la tercera novela que leo de Clarke, después de “2001 Una Odisea Espacial” y “El Martillo de Dios”. En estos días aprovecharé también para ver la miniserie “Childhood´s End” de 3 episodios que adapta la novela, emitida en 2015 en el canal Syfy.
Imprescindible para los seguidores de la ciencia ficción
Autor
Arthur Charles Clarke nació en 1917, en Minehead, Somerset, Inglaterra. Después de la Segunda Guerra Mundial entró en el King’s College, Londres, en 1948, acabando con honores sus estudios en física y matemáticas. Entre 1946 y 1947 y entre 1950 y 1953 fue presidente de la Sociedad de Interplanetaria Británica. Arthur C. Clarke escribió el guión de “2001 Una Odisea Espacial” (1968) junto a Stanley Kubrick. La novelización fue escrita basándose en el guión. En los 60 Arthur C. Clarke dedica sus energías creativas a obras ajenas al género, y a la divulgación científica. En 1980 gana el premio Hugo de novela. Clarke siempre escribe con lucidez, a veces en un tono frío, frecuentemente con gracia, siendo un agudo evocador que ha producido algunas de los imágenes más memorables en ciencia ficción.