Lo mejor de conectarte al Facebook un domingo de julio, a las 5 y media de la tarde, es que si escribes la mierda más grande del mundo, nadie la va a leer.
Puedes sentirte libre para poner lo que te de la gana, desde 7 fotos seguidas de gatitos con caras angelicales que harían vomitar hasta a la madre Teresa de Calcuta, si viviera, hasta 1 vídeo de 4 horas con la recopilación de todos los gorgoritos desafinados de David Bisbal, para deleite y disfrute de quinceañeras hostiables y desequilibradas emocionalmente, pasando por colgar 10 mensajes de cadenas con advertencias que sólo creería alguien con coeficiente intelectual de australopithecus afarensis.
Puedes escribir el texto más cursi del mundo mezclando palabras como amor, besos, risas, eternidad y microondas… que si alguien, despistado, comienza a leerlo, puedes estar seguro que no pasaría de la segunda línea.
Los domingos de julio, a las 5 y media de la tarde en Facebook, son la verdadera tabla de salvación para echar fuera todo lo que llevas dentro, para soltar toda la adrenalina y frustración que te acompaña durante la semana.
La mejor cura si no puedes pagarte un psicólogo.
Grita, desahógate, encabrónate… nadie te va a leer.