Andenes

Tren a casa

Los andenes siempre tienen mil historias que contar según la gente que va o viene, o a dónde vayas o de dónde regreses, o según de quién te despidas si es con un abrazo, o con dos besos que querrían ser abrazo, o si es un hasta luego, o un hasta siempre, o un hasta nunca, o un no soportaré estar sin ti, o un tengo que aguantar para no llorar, o un no me he ido y ya estoy deseando volver, o un no querer coger nunca ese tren que sabes que no tienes más remedio que coger, o tener que empezar de cero, o necesitar escapar, o alejarse para acercarse, o simplemente, coger un tren…

Encabrónate

Lo mejor de conectarte al Facebook un domingo de julio, a las 5 y media de la tarde, es que si escribes la mierda más grande del mundo, nadie la va a leer.

Puedes sentirte libre para poner lo que te de la gana, desde 7 fotos seguidas de gatitos con caras angelicales que harían vomitar hasta a la madre Teresa de Calcuta, si viviera, hasta 1 vídeo de 4 horas con la recopilación de todos los gorgoritos desafinados de David Bisbal, para deleite y disfrute de quinceañeras hostiables y desequilibradas emocionalmente, pasando por colgar 10 mensajes de cadenas con advertencias que sólo creería alguien con coeficiente intelectual de australopithecus afarensis.

Puedes escribir el texto más cursi del mundo mezclando palabras como amor, besos, risas, eternidad y microondas… que si alguien, despistado, comienza a leerlo, puedes estar seguro que no pasaría de la segunda línea.

Los domingos de julio, a las 5 y media de la tarde en Facebook, son la verdadera tabla de salvación para echar fuera todo lo que llevas dentro, para soltar toda la adrenalina y frustración que te acompaña durante la semana.

La mejor cura si no puedes pagarte un psicólogo.

Grita, desahógate, encabrónate… nadie te va a leer.

Déjalo

Deja de hacer ruido, de escupir contra el viento, de fabricar con papel en eternos días de lluvia…

Deja de pensarla, de elevar al cielo lo que caerá en picado, de buscar sueños en el yermo jardín de las pesadillas…

Deja de tener esperanza, de creer que su mentira podrá salvarte, de sentir que al coger su mano eres libre…

Deja de ser otro que no eres, de hacerla otra que no es, de ver lo que siempre fue invisible…

Déjalo…

Pasas delante de mí

Pasas delante de mí, y el tiempo se estremece.

La luz del sol, derrotada, retrocede y se oculta, cegada por el verde de tus ojos.

El aire entra en rebelión, temerario, y se conjura para acariciar el rubor de tus mejillas.

Cualquier murmullo enmudece, ansioso de aliarse con el eco de tu dulce y serena voz.

Ya, muy lejos, lágrimas se entremezclan con el hielo fundido de un corazón, minutos antes de volver a congelarse en tu ausencia.

Oscuridad.

Pasas delante de mí, y el tiempo se estremece.